Lope Díaz III de Haro, fue el octavo señor de Vizcaya entre los años 1254 y 1288, tomando posesión del señorío tras el fallecimiento de su padre, cuando aún era menor de edad.
Su progenitor ya había tenido disputas con el rey de Castilla Alfonso X “el Sabio”, pues había jurado fidelidad al rey de Navarra y al heredar su hijo el señorío y ser menor de edad, sus tutores le llevaron a Estella para – siguiendo los pasos del padre -ofrecer igualmente sus servicios al rey navarro Teobaldo II.
Sin embargo, poco después Lope se reconcilió con Alfonso X y este le confirmó sus privilegios sobre el señorío de Haro que había perdido su padre, siendo armado caballero en señal del asentimiento real, por el propio primogénito de Alfonso X, Fernando “de la Cerda”, llamado así porque nació con un pelo duro como una cerda, en el pecho y en la espalda.
Sin embargo, poco duró este periodo dulce en las relaciones con la corona, pues en 1275 se produjo la muerte repentina de Fernando “de la Cerda”, antes de cumplir los veinte años, ocurrida cuando iba a encabezar el ejército para combatir a los benimerines.
Su muerte, provocó el inicio de la lucha por la sucesión de Castilla entre el hijo de Fernando y su tío Sancho, disputa en la que Lope decidió apoyar a este último, pero el cambio de idea de Alfonso X al apoyar a su nieto y desheredar a su hijo Sancho, privó a Lope de nuevo del señorío de Haro.
Al fallecer Alfonso X en Sevilla, Sancho fue nombrado rey de Castilla, como Sancho IV “el bravo” y al estar casado con una hermana de la mujer de Lope, esto le convirtió en cuñado del rey, siendo nombrado gracias a ello, Mayordomo Real, Canciller, Alférez Mayor y Regente del reino y devuelto el señorío de Haro y el gobierno de la región desde Burgos al Cantábrico.
Pero la desmedida ambición de Lope y su afán de acaparar cargos y prebendas, llevaron a las protestas de otros nobles ante el rey, lo que sumado a su toma de posición contra el monarca en favor de su hermano el infante don Juan - también aspirante al trono - provocó que el rey decidiese zanjar el problema de forma definitiva.
El 9 de junio de 1288, Sancho convocó a su presencia al infante don Juan y a Lope, para exigirles la entrega de los castillos que habían usurpado y ante la negativa de este a hacerlo, el rey dio orden de que fuese apresado, a lo que este se resistió, resultando muerto allí mismo.
“Fue entonces cuando éste ... se levantó mucho asina e dijo: "¿Presos? ¿Cómo? ¡A la merda! ¡Oh, los míos!" e metió mano a un cuchillo e dejóse ir para la puerta donde estaba el Rey el cuchillo sacado e la mano alta ... ballesteros e caballeros, veyendo que el Conde iva contra el Rey, firieron al Conde, e diéronle con una espada en la mano, e cortáronsela, e cayó luego la mano en tierra con el cuchillo; e luego diéronle con una maza en la cabeza, que cayó en tierra muerto.” (Crónica donde se relata la muerte de Lope)
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