jueves, 7 de junio de 2018

La batalla del Bruch y su leyenda

Tal día como hoy 7 de junio de 1808, tiene lugar en Cataluña la  primera batalla del Bruch, dentro de la Guerra de Independencia Española.

Tuvo lugar entre tropas españolas y francesas en las inmediaciones de la localidad barcelonesa del Bruc y se desarrolló en dos fases. En la primera, el día 4 de junio una columna francesa de unos 3.800 hombres salió de Barcelona en dirección a Manresa e Igualada, para lo cual debían forzar el paso del Bruch.

Los españoles que se enfrentaron a los franceses estaban encabezadas por soldados desertores escapados de la guarnición de Barcelona huyendo del yugo francés, así como voluntarios y somatenes catalanes, que se incorporaron a la lucha procedentes de Manresa, Igualada, Santpedor y otros pueblos vecinos que en total llegaban a unos 2.000 hombres.

El resultado de la emboscada estratégica de los españoles fue la retirada de la columna francesa, con 300 hombres muertos y uno de los cañones perdido, marchando en dirección a Barcelona.

El 14 de junio tuvo lugar el segundo enfrentamiento, llegando los franceses al Bruch en dos columnas, pero los defensores ya habían tenido tiempo de fortificarse recibiéndoles con un nutrido fuego.

Los franceses, tras otro enfrentamiento fallido, retrocedieron de nuevo dejando tras de sí saqueos y edificios incendiados en el Bruch y es aquí donde surge la historia del “Niño del Tambor”.

La leyenda cuenta el episodio del niño pastor Isidre Lluçà i Casanoves, que puso en fuga a las tropas napoleónicas con la colaboración del eco de las montañas de Montserrat, pues al no poder combatir por su edad quiso ayudar a subir la moral y tomando su tambor, empezó a tocarlo.

La reverberación del sonido por el eco, hizo que diese la impresión de ser miles los tamborileros y que el número de soldados españoles era muy superior al que realmente había, por lo que el ejército francés se batió en retirada.

En el Bruch donde presuntamente sucedió, hay un monumento con una inscripción, que dice así: “Viajero, para aquí, que el francés también paró, el que por todo pasó no pudo pasar de aquí”.

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