Beatriz de la Cueva de Alvarado, fue una noble y la única mujer que ostentó un cargo tan alto en la América española, luego de enviudar del adelantado Pedro de Alvarado y como tal ocupó por dos días el mando interino de Guatemala, por fallecimiento en el cargo de su marido.
Beatriz de la Cueva nació en 1490 en la ciudad de Úbeda, - Jaén - y era una hermosa mujer de preciosos y expresivos ojos, que se unió en matrimonio con su cuñado Pedro de Alvarado, quien había sido convencido por Francisco de los Cobos, secretario de Estado del emperador Carlos V, para realizar un viaje a la América española y ser nombrado Adelantado en Guatemala.
Salieron de España comandando tres navíos, con un numeroso séquito de 250 hombres y 20 doncellas hidalgas para casarlas con los conquistadores y contribuir así a la nueva aristocracia colonial y una vez cruzaron el Atlántico, el 15 de septiembre de 1539, arribaron a la ciudad de Santiago de Guatemala.
Beatriz, además de buena salud, tenía muchas cualidades y entre ellas que era una mujer de gran belleza, pues así se la refiere en diferentes crónicas y dispuesta para la buena vida, que supo trasladar a las tierras americanas, parte de las costumbres imperantes en España. Así, hizo interesarse a las demás mujeres por los vestidos, las modas, las joyas y las viviendas, cosa que se descuidaban de manera sensible en las duras condiciones de vida de los conquistadores.
Pero poco tiempo disfrutaría Beatriz de paz y felicidad, pues su esposo, hombre inquieto, no salía de una aventura cuando ya estaba metido en otra y cuando fue llamado por el Virrey de Nueva España, para sofocar una rebelión de varias tribus aztecas en el estado de Nueva Galicia, la actual Jalisco, Alvarado se aprestó a ir en su ayuda.
El 24 de junio de 1541 entró en combate con los sublevados, refugiados en Nochistlan, plaza bien defendida y poco propicia para el despliegue de la caballería, por lo que hubieron de retirarse y en la retirada, un inexperto jinete resbaló con su caballo y rodaron pendiente abajo, con tan mala fortuna que arrollaron a Alvarado, causándole graves heridas y el cuatro de julio, ya agonizante, hizo testamento dejándolo todo a su esposa Beatriz, y muriendo al día siguiente.
Cuando el 29 de agosto llegó la noticia a Guatemala, el cabildo de Santiago de los Caballeros, reunido en cónclave, decidió que hasta no se nombrase por el Rey de España un nuevo gobernador, éste derecho recaía en su viuda que, por méritos propios, había obtenido un puesto relevante en la sociedad.
Dicen que la viuda, al enterarse de la muerte de Alvarado y al ser elegida - de forma democrática - como la primera mujer gobernadora del Nuevo Continente, bajo el acta del nombramiento escribió: "La Sin Fortuna. Doña Beatriz.", comenzando, sin demora, a ejercer sus nuevas funciones.
A los dos días de asumir el cargo, aconteció una tormenta en la noche del 10 de septiembre y un terremoto en la zona al día siguiente que hizo que el volcán de Agua provocara un alud y una inundación que destruyó todo a su alrededor y la gobernadora fallecería al estar rezando con sus damas de compañía en una capilla que sería arrasada, al igual que unos seiscientos vecinos, el día 11 de septiembre de 1541.
Sin duda fue un gobierno corto, pero ejemplarizante para todos "aquellos y aquellas" que pretendan llegar a donde no les corresponde usando el recurso de las "cuotas" u otros menos confesables.
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