lunes, 3 de septiembre de 2018

Theodore Roosevelt y la doctrina del “gran garrote”

Tal día como hoy 3 de septiembre de 1901, el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt pronuncia su famoso discurso sobre la doctrina del “Gran Garrote”.

De familia rica, fue un niño enfermizo pero desarrolló una vida intelectual intensa en la Universidad de Harvard, destacando luego como naturalista, explorador, cazador, escritor y soldado.

Cuando tuvo lugar la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, estaba al frente del Departamento de Marina, al que renunció alistándose al frente de un pequeño regimiento que obtuvo la Medalla de Honor.

Dos años después de la guerra, fue elegido vicepresidente del país y tras el asesinato del presidente William McKinley en 1901, llegó a la presidencia a los 42 años, siendo el más joven de la historia de los Estados Unidos y está considerado por los historiadores uno de los mejores presidentes del país.

En política interior fue partidario de un poder federal fuerte, atacó a las grandes empresas por obtener grandes beneficios en detrimento del pueblo, e inició actuaciones contra los capitalistas del ferrocarril y el petróleo, arbitrando el conflicto de los mineros que permitió una jornada de 8 horas y salarios más justos.

Sin embargo, se declaró contra la igualdad entre hombres y mujeres y consideró inferiores a las minorías asiática y especialmente la negra, llegando incluso a silenciar en sus memorias, la presencia en las batallas de regimientos de soldados afroamericanos.

En el plano internacional, su política se caracterizó por la doctrina: “Habla en voz baja pero lleva contigo un gran garrote”, enviando la “Gran Flota Blanca” - llamada así por el color de sus buques de guerra - a dar la vuelta al mundo para demostrar el poder de la nación.

Luchó a favor del expansionismo estadounidense, estableciendo en Cuba la base de Guantánamo, con condiciones tan férreas, que ni siquiera el gobierno comunista de Fidel Castro ha podido lograr su devolución al país.

Roosevelt pensaba que Estados Unidos debían intervenir en cualesquier parte del mundo y personalmente actuó como arbitro en varios conflictos internacionales, por lo que obtuvo el Premio Nobel de la Paz.

Esa parece ser la tónica contradictoria de muchos presidentes norteamericanos, por una parte obtener el Nobel de la Paz y al mismo tiempo, desencadenar una guerra.


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