Tal día como hoy 30 de septiembre de 1864, España y Portugal firman el Tratado de Lisboa por el que se establecen las actuales fronteras entre ambos países.
También conocido como “Tratado de Lindes de Lisboa” en él se fijaron las fronteras vigentes en la actualidad, quedando por determinar el que Portugal no reconocía la soberanía española sobre Olivenza y dejando por delimitar el área fronteriza en torno a esta ciudad.
En el tratado, Portugal recibió la soberanía sobre los denominados “pueblos promíscuos” en los que parte de sus casas estaban situadas en la misma línea fronteriza, siendo utilizada por sus habitantes para burlar a las autoridades aduaneras de ambos países, al no estar clara su pertenencia exclusiva a ninguno de ellos.
El contencioso de Olivenza se remonta casi a su origen. A mediados del siglo XIII la Orden del Temple, se instaló en el territorio tras la conquista de Badajoz en 1230 por Alfonso IX de León y más tarde, por el Tratado de Alcañices de 1297, se fijó de nuevo la frontera entre Castilla y Portugal y la soberanía de la ciudad, pasó al rey portugués.
Pero en 1801, Olivenza fue conquistada por el ejército franco-español durante la “Guerra de las Naranjas” y anexionada a España el 6 de junio de 1801, mediante el Tratado de Badajoz.
En los años siguientes, Portugal la reclamó para su soberanía, pero progresivamente renunció a toda reclamación, aunque en algunos sectores de opinión portugueses se fomentó la pervivencia del litigio mediante una visión propagandística de los hechos, intentando obligar a la diplomacia lusa a retomar la cuestión de la retrocesión.
Portugal y España han firmado después diversos tratados, como el de Amistad y Cooperación de 1977, en donde se reafirma la inviolabilidad de fronteras y tanto el proceso de integración en la Unión Europea, como la firma del tratado de Schengen, al que pertenecen ambos países, ha relegado esta antigua disputa territorial a un ámbito menor.
En cuanto a los “pueblos promiscuos” el más importante es Soutelinho da Raia con 150 habitantes -llegó a tener 559 en 1950 - en las alturas de la Sierra de la Panadeira, con un clima riguroso de inviernos muy fríos y frecuentes nevadas.
Al estar ubicado en la misma línea fronteriza, resultaba incontrolable por las autoridades de ambos países, y a este respecto se contaba:
“El estado de los pueblos promíscuos era no menos singular: puestos cabalmente en la raya de ambas naciones, parte de una casa solía pertenecer a España y otra a Portugal. De esa manera el vecino, perseguido por las autoridades españolas, por ejemplo, sin salir de su morada y con solo presentarse a la puerta, que todas o casi todas las casas tenían por la espalda, se hallaba en Portugal y a salvo de todo castigo. ¡ Grande aliento al crimen y a la impunidad !”.
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