La batalla de Bitonto, fue una victoria del ejército español, en las cercanías de esta localidad italiana y supuso el fin del dominio austriaco sobre el reino de Nápoles y la entronización de Carlos de Borbón como rey de Nápoles y Sicilia.
Tras el fracaso para restablecer el dominio español en Nápoles en 1733, el estallido de la Guerra de Sucesión Polaca ofreció al rey español Felipe V la oportunidad de saldar viejas cuentas.
En 1734 terminó de reunirse en Toscana un ejército de 40.000 hombres, al mando del Conde de Montemar, que cruzó los Estados Pontificios e invadió Nápoles, donde fue coronado rey, en mayo de ese año, del Infante don Carlos tras el victorioso avance del ejército español, ante el cual el virrey austriaco, conde de la Pieve, decidió retirar sus fuerzas hacia Apulia.
Dejando Nápoles bien guarnecida, Montemar marchó sobre Bari, enviando a la Armada para evitar la retirada por mar de los austriacos y el 24 de mayo ambos ejércitos se encontraron a 15 km de Bitonto.
Los austriacos, ocupaban una buena posición y sus fuerzas eran de 6.500 soldados de infantería, 1.500 de caballería, 400 húsares, y el resto 24 escuadrones de coraceros.
En un primer momento, Montemar intentó enfrentarse solo a la caballería austriaca, creyendo erróneamente que no se había unido a la infantería, pero desechada esta opción, se dirigió al campo de batalla, donde aguardaban bien atrincherados los austriacos.
Los austriacos lanzaron una carga de caballería, que fue destrozada, llegando incluso la infantería a capturar un estandarte enemigo, trofeo poco frecuente en un cuerpo de Infantería y aprovechando el desconcierto enemigo, Montemar lanzó a los Carabineros Reales contra los coraceros y húsares, dispersándoles.
Ante este ataque, los austriacos entraron en pánico, y parte de sus tropas abandonaron la línea, corriendo a refugiarse en los edificios en que apoyaban su despliegue, y en la localidad de Bitonto, situada detrás de las lineas imperiales, mientras los españoles se lanzaron en persecución de los austriacos en fuga.
La victoria española fue total y tras nueve horas de combate, los austriacos tuvieron un millar de muertos, otros tantos heridos y más de 2.000 prisioneros y al día siguiente, 26 de mayo, Bitonto se rindió y Montemar marchó sobre Bari, donde la población local obligó a los austriacos a rendirse.
La derrota fue de tal mangnitud que el Príncipe de Belmonte tuvo que solicitar que pusieran en libertad bajo palabra, a uno de sus oficiales, para que llevase a Viena la noticia de su derrota.
Como consecuencia de esta batalla, el reino de Nápoles quedó definitivamente en manos españolas, y el tratado de Viena de 1738, confirmó el retorno de las Dos Sicilias a la dinastía borbónica.
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