Tal día como hoy el 16 de mayo de 1935, se inaugura en Moscú la primera línea del ferrocarril metropolitano.
La idea de construir el metro surgió en 1902, pero la duma (parlamento) rechazó el proyecto. Por segunda vez se habló de él en 1912, aunque a causa de la primera Guerra Mundial esta iniciativa tampoco fue realizada.
La decisión definitiva fue tomada en uno de los plenos del Partido Comunista en año 1931, creando una organización especial llamada "Metrostroy" y siendo inauguradas las diez primeras estaciones el 16 de mayo de 1935.
Los proyectos de la tercera etapa fueron retrasados durante la Segunda Guerra Mundial y acabada esta, se inició la construcción de la cuarta etapa, cuyas estaciones se encuentran a la profundidad de 60 metros o más, debido a que tras el inicio de la Guerra Fría, estaban ideadas para esconder gente en el caso de una guerra nuclear.
Hoy en día, el metro de Moscú cuenta con 165 estaciones y una extensión de más de 260 km. Es el medio de transporte más cómodo y rápido de la ciudad, transportando diariamente más de 13 millones de pasajeros a una velocidad máxima de 90 km hora.
El 29 de marzo de 2010, se produjeron dos atentados en este metro, por ataques terroristas con bombas portadas por dos mujeres suicidas -shahidkas ó viudas negras- , al parecer procedentes del Cáucaso.
El metropolitano moscovita figura como visita obligada, en todas las guías de turismo de esta capital.
El 14 de mayo de 1954 la gran línea circular del metro de Moscú se convirtió en una línea cerrada continua y desde entonces, existe la leyenda de que una vez al mes dicha línea la controla un misterioso maquinista vestido con el antiguo uniforme.
Dicen que el propio tren y su maquinista despiertan un terrible miedo y hay rumores de que subir al tren fantasma, de todas formas, es posible, pero luego nadie vuelve a ver a los que subieron.
Durante la construcción de la estación Borovítskaya en 1986, en el centro de Moscú, las condiciones de trabajo fueron complicadas y los plazos de conclusión de las obras apremiaban, cuando de repente apareció un inesperado hallazgo.
A una profundidad de unos cinco o seis metros se encontró una casita con el tejado rojo, de grueso ladrillo y cuyas ventanas y paredes permanecían intactas. Las obras inmediatamente se pararon y acudió al lugar una comisión de científicos, constructores, arquitectos, etc.
Había que decidir inmediatamente cómo actuar ante tan inusitado hallazgo y los arqueólogos aclararon que el misterioso edificio, seguramente fue víctima de un cataclismo natural y que al parecer a mediados del siglo XIX, los cimientos de la casa se asentaron y abismaron el edificio hacia las profundidades.
Pero lo más extraño, es que la casa permanecía casi en un perfecto estado y dentro del edificio se encontraron muebles y utensilios caseros en perfectas condiciones. Precisamente estas circunstancias dieron lugar a la leyenda de que aquí habitaban fuerzas malignas.
Las personas que trabajaron cerca del extraño hallazgo del subsuelo, comenzaron a experimentar malestar, dolores de cabeza y mareos y se tuvo que desmontar la casa y sus trozos se sacaron de la ciudad.
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