La Unificación de Italia, "El Resurgimiento", fue el movimiento político y social que aglomeraba a diferentes estados de Italia en el siglo XIX y a pesar de la falta de consenso sobre la fecha exacta para el comienzo de la unificación, muchos estudiosos coinciden en que se inició en el año 1815 con el fin de imperio Napoleónico.
Italia, desde la desaparición del Imperio Romano, no habían logrado unificarse en un solo Estado, sino que hallaba fraccionado y por el Tratado de Viena de 1815, quedo dividida en siete Estados independientes, pero en la segunda mitad del siglo XIX, el anhelo nacionalista y de unificación, se mostró vigoroso en Italia y gracias a la labor heroica de muchos de sus patriotas, consiguieron unificarse formando, una sola nación
Los forjadores de la unión fueron sobretodo : el rey de Cerdeña, Victor Manuel II de Saboya, su ministro, Camilo Cavour, y Giuseppe Garibaldi, valeroso y desinteresado patriota liberal.
El aguerrido patriota Giuseppe Garibaldi, con el apoyo secreto de Cavour, desembarco en Sicilia y se apodero de la isla, al mando de un cuerpo de mil voluntarios que vestían camisas rojas - Los mil camisas rojas - y poco después ocupo el reino de Nápoles.
El ejército, al mando del propio Victor Manuel II, después de conquistar los Estados de la Iglesia, excepto Roma, se unió a Garibaldi en Napoles y para conseguir la incorporación de Venecia, Victor Manuel II se alió con Prusia, rival de Austria y en la subsiguiente guerra, la victoria favoreció a Prusia, la que obligó a Austria a devolver Venecia a Italia.
Con la anexión de Venecia, solo faltaba la incorporación de los Estados Pontificios, para dar por concluida la total unificación de Italia. Victor Manuel II se había comprometido con Napoleon III a mantener el dominio del Papa sobre Roma y en una primera tentativa de ocupación, Garibaldi fue rechazado pero la situación cambio tres años despumes, cuando estalló la guerra Franco-Prusiana, pues Napoleon III, debió retirar la guarnición que mantenía en Roma.
Inmediatamente, Victor Manuel, ordenó a sus tropas ocupar Roma, lo cual logró, a pesar de la resistencia de la guarnición papal y las protestas del pontifica, que se instalo en el palacio de Quirinal, y declaró que Roma era la capital del Reino de Italia.
El papa se negó a aceptar la anexión de Roma y como protesta se encerró en el palacio del Vaticano, considerándose prisionero, lo cual suscitó la llamada “cuestión Romana” y por el Tratado de Letran, suscrito entre Benito Mussolini y el Papa Pio XI, quedó solucionada dicha cuestión, ya que en este, se reconocía la existencia del Estado del Vaticano, dentro de la ciudad de Roma y el Papa era, reconocido como su soberano, dando fin a la definitiva unidad de Italia.
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