Tal día como hoy 18 de septiembre de 1868, el descontento que desde hace tiempo se vive en España contra el régimen monárquico de Isabel II, hace que las fuerzas navales con base en Cádiz, al mando de Juan Bautista Topete, se amotinen contra el gobierno de Isabel II.
La proclama de los generales sublevados en Cádiz está firmada por Juan Prim, Domingo Dulce, Francisco Serrano, Ramón Nouvillas, Rafael Primo de Rivera, Antonio Caballero de Rodas y Juan Topete.
Al pronunciamiento de Topete, se le unieron sublevaciones populares en diversas zonas del país, que obligaron a la reina Isabel II a abandonar España y huir a Francia junto a su hijo, el futuro rey Alfonso XII. Habían ganado los progresistas y fueron ellos quien denominaron este pronunciamiento militar como, la "Revolución Gloriosa", que había triunfado con gran facilidad en el país.
Sin embargo, para entender esa victoria de los progresistas, hay que tener en cuenta los precedentes políticos y sociales, como las prácticas dictatoriales del general Narváez y las de su sucesor, el conservador Luis González Bravo –que siguió con la política autoritaria y represiva de su antecesor–, en los últimos gobiernos moderados, que extendieron la impopularidad del régimen y, de la reina Isabel II, que siempre les había apoyado.
La crisis económica iniciada en 1866 también incrementó el descontento entre la ciudadanía española de mediados del siglo XIX.
Los progresistas, dirigidos por el general Prim, y los demócratas, partidarios del sufragio universal, habían firmado en 1866 el llamado “Pacto de Ostende” por el que se comprometían a derrocar a Isabel II y a partir del triunfo de la revolución y durante seis años - el llamado “Sexenio Democrático” de 1868 hasta 1874 - se intentará crear en España un nuevo sistema de Gobierno.
La coalición de liberales, moderados y republicanos se enfrentó a la ardua tarea de encontrar un gobierno que sustituyera al de la ya exiliada reina Isabel II y, aunque al principio las Cortes rechazaron una república para España, el general Francisco Serrano fue nombrado regente mientras se buscaba un monarca para gobernar el país.
Juan Prim, el eterno rebelde contra los gobiernos isabelinos, fue nombrado dirigente del gobierno en 1869 y el general Serrano se encargó de la regencia, y finalmente se optó por un rey italiano, Amadeo de Saboya, pero su reinado tan solo duró poco más de dos años..
A partir de La Revolución Gloriosa, España vive el primer intento de su Historia de establecer un régimen político basado en la democracia, primero en forma de monarquía parlamentaria, durante el reinado de Amadeo I de Saboya y después en forma de república, con la Primera República.
Sin embargo, ambas fórmulas acabarán fracasando.
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