Tal día como hoy 10 de septiembre de 1943, en
Italia, tras haberse producido la caída del régimen fascista a
finales de julio, las tropas alemanas entran en la ciudad de Roma
comenzado su ocupación que durará hasta la liberación de la citada
urbe por el ejército angloamericano el 4 de junio de 1944.
El territorio Vaticano permanecerá sin violarse,
demostrando el reconocimiento de la independencia de la Santa Sede
por parte de la Alemania nazi.
Después de los desembarcos en Salerno, en
septiembre de 1943, los aliados progresan lentamente hacia el norte y
durante su marcha alcanzan la ciudad de Nápoles, liberada tras
cuatro días de combates y los aliados hacen ya planes para un avance
general sobre Roma, tan solo a un centenar de kilómetros.
La capital, ocupada por los alemanes, víctima del
terror provocados por el bombardeo de la aviación aliada, hace que
la confusión se adueñe de sus habitantes, que no saben bien quién
ejerce el poder, si el gobierno del Reino de Italia, que da soporte a
los aliados, o la República Social Italiana, que Mussolini ha
organizado en el norte para combatirlos, y su única certeza es el
control militar que detentan los alemanes y la autoridad moral del
Papa Pío XII.
Iniciado el invierno, la progresión hacia Roma se
ve detenida, por las difíciles condiciones climatológicas y, sobre
todo, por la resistencia alemana, en torno a las sucesivas líneas
defensivas. La principal de ellas, al sur de Roma, es la denominada
Línea Gustav con eje en la localidad de Cassino. Las tropas,
mandadas por el general británico Alexander, se verán frenadas en
su lucha contra las sólidas posiciones germanas.
Se combate duramente durante cerca de seis meses,
de diciembre de 1943 a mayo de 1944, y también fracasará el intento
de flanquearla mediante el desembarco de Anzio, en enero de 1944,
ante la falta de agresividad aliada y la siempre eficiente respuesta
alemana. Sin embargo, el éxito de la “Operación Diadem” en mayo
de 1944, y la ruptura en la cabeza de puente de Anzio, quiebran por
fin la Línea Gustav y la resistencia de la Wehrmacht.
La situación alemana pasa ser crítica, con el
riesgo de ver copadas sus tropas entre las fuerzas que avanzan desde
Anzio y las que progresan desde el Sur. Pero, en una decisión muy
criticada, en lugar de intentar cercar a los ejércitos del Reich en
Italia, el general estadounidense Mark Clark, que dirige las tropas
aliadas, se deja seducir por liberar Roma, a la que los alemanes han
declarado “ciudad abierta”.
Las primeras tropas aliadas entran el 4 de junio y
su caída es un golpe propagandístico enorme, pero se verá atenuado
dos días después, cuando el 6 de junio de 1944 los aliados
desembarcan en Normandía. Entre tanto, los alemanes, abandonada
Roma, refugiándose en la Línea Gótica.
Hitler está de acuerdo
esta vez con sus generales y entre agosto y diciembre de 1944, los
enfrentamientos se producirán por todo el frente y, aunque los
aliados logran romper la Línea Gótica, los dos objetivos
principales, tomar Bolonia y una ruptura del frente alemán,
no se consiguen.
La llegada del invierno y el agotamiento de las
tropas, frenan las operaciones y los aliados se ven obligados a pasar
otro invierno más detenidos en Italia, mientras se recrudece la
lucha entre los partisanos italianos, los alemanes y las fuerzas
fascistas de la República Social, que subsiste en su reducto del
norte del país.
El ejército alemán en Italia se rindió
finalmente el 2 de mayo de 1945.
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