Tal día como hoy 20 de octubre de 1982, como consecuencia de lluvias torrenciales de más de 1000 litros por metro cuadrado, se rompe la presa de Tous en Valencia, provocando una riada que acaba con la vida de 30 personas y produce cuantiosas pérdidas materiales.
Han pasado 37 años, pero las heridas siguen abiertas. Más de mil litros por metro cuadrado en algunas zonas, en una de las peores gotas frías de la historia de la Comunidad Valenciana y cuarenta muertos no se borran fácilmente de la memoria.
El 20 de octubre de 1982 las provincias de Valencia y Alicante sufrieron una de las peores inundaciones de su historia y de acuerdo con fuentes de la Agencia Estatal de Meteorología, se calcula que tal día como hoy, las lluvias dejaron más de mil litros por metro cuadrado acumulados en Casa de Barón.
La “pantanada de Tous” causó miles de damnificados, y dejó unos 300 millones de euros en daños materiales en agricultura, viviendas y redes viarias.
Como consecuencia de una ciclogénesis explosiva, la presa comenzó a desbordarse y pese a que abrieron las compuertas, la tragedia ya era inevitable. La crecida de agua alcanzó los 16.000 metros cúbicos por segundo.
Las comarca de la Ribera Alta y la Ribera Baja fueron las más afectadas y las consecuencias de las lluvias torrecienciales fueron objeto de las portadas de los diarios
De hecho, la víspera se acumularon en la capital alicantina 220 litros por metro cuadrado en menos de veinticuatro horas. Una cantidad que, según recuerda la Aemet, solo fue superada por la catastrófica riada de 1997.
La falta de información llevó a la psicosis, y mientras numerosas poblaciones se encontraban aterrorizadas por la llegada de la riada, otras - encabezadas por Alzira - ya estaban cubiertas por las aguas y a la espera de la evacuación y de la llegada de aprovisionamientos de medicamentos, comida y, sobre todo agua potable, labores que tan sólo se pudieron hacer a través de helicópteros y lanchas neumáticas.
El día 22 de octubre, miles de habitantes de localidades como Alzira y Carcagente todavía permanecían en las montañas cercanas, a la espera de ser evacuados y se estaban detectando conatos de pillaje, en viviendas abandonadas por sus propietarios para huir de las aguas.
En esta jornada, se inició la contabilización de las pérdidas humanas y materiales y un total de treinta personas perdieron la vida como consecuencia de la riada.
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