Tal día como hoy, 8 de octubre de 1881, es inaugurada la línea férrea que unirá la ciudad de Madrid con la de Lisboa en una ceremonia que presiden los monarcas de España y Portugal, Alfonso XII y Luis I respectivamente, y que es destacada en la época por su gran despliegue de adornos de guirnaldas, de flores, de banderas, de arcos florales y de himnos oficiales
Esta historia empezó, cuando en 1852, los diputados en cortes por la provincia de Cáceres Carlos Godínez y Antonio Concha, solicitan la apertura de la línea férrea Madrid - Lisboa pasando por Cáceres, para dar salida al grano o la fruta y favorecer el comercio y la prosperidad de la provincia.
Pero, inmediatamente los diputados por Badajoz, se opusieron, exigiendo el paso de la línea por la capital pacense, aunque esto supusieran 240 Km más en el trayecto, por lo cual, la falta de cohesión y las rivalidades internas, entre ambas capitales, hicieron que el proyecto se abandonara.
En 1865 se descubren los minerales de fosfatos en el Calerizo de Maltraviesa -Cáceres -, situado en las afueras de la capital, y se funda la “Sociedad general de fosfatos de Cáceres” para explotar las minas, lo cual hace necesario que el ferrocarril pasara por la ciudad y así poder exportar las minas de forma más rentable.
Así es que, el 8 de octubre de 1881 se inaugura este importante proyecto y en Valencia de Alcántara se encuentran los monarcas Luis I de Portugal y Alfonso XII de España, como nos relata la crónica de “La Época” del día siguiente: “A las ocho de la mañana llegó el tren español, y S.M. el rey don Alfonso bajó al andén, entre los vítores de la numerosa concurrencia que le esperaba; a las nueve llegó el tren portugués, que había sufrido un retraso de veinte minutos, y descendió de él S.M. el rey D. Luis, que también fue aclamado por el pueblo y saludado con salvas de artillería…”
Desde la estación, y en coche de caballos, recorren las calles de la ciudad, que había sido engalanada para la ocasión, y a la que habían llegado gentes de más de 170 pueblos de la provincia. Se dirigen a Santa María a escuchar misa y después a almorzar para llegar a la corrida de toros que se había organizado para ellos a las 15:30h, pero desgraciadamente el Rey Alfonso tuvo que suspender el festejo por la lluvia.
Por la noche la cena de gala fue servida por la prestigiosa Casa Lhardi, que aún existe en Madrid. A la hora del brindis, el rey levantó la copa y comienza diciendo: “Brindo por la ciudad de Cáceres…”
Pero había un problema y era que Cáceres no tenía el título de ciudad, sino de Villa, así es que el avispado alcalde de la ciudad, cuando tuvo la oportunidad de realizar su brindis añadió: “Majestad, en nombre de la hasta ahora villa de Cáceres, os agradezco profundamente el honroso título de ciudad que acabáis de otorgarle.”
El asombro del rey fue considerable, pues sin quererlo había elevado Cáceres a la categoría de ciudad, más como bien decía Francisco de Quevedo, “De ninguna, manera conviene que el rey yerre; más si ha de errar, menos escándalo hace que yerre por su parecer que por el de otro.” Y en vez de retractarse el rey se ratificó en sus palabras.
Y como los reyes, en aquella época, no se equivocaban nunca, según Real Decreto del 9 de febrero de 1882 Cáceres pasó a tener el título de ciudad y el tratamiento de Excelencia su ayuntamiento.
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