Tal día como hoy 1 de octubre del año 331 a.C, en la actual Irak tiene lugar la batalla de Arbela o Gaugamela, en la que Alejandro Magno, tras haber cruzado los ríos Éufrates y Tigris se encuentra con Darío al frente de un numerosísimo ejército persa, ventaja numérica que no le impide sufrir una devastadora derrota.
Darío huye, al igual que hizo en la batalla de Isos, y será asesinado un año más tarde, por uno de sus propios colaboradores.
Desde el inicio de los tiempos los eclipses lunares, han causado un gran interés en los hombres, que han observado entre perplejos y atemorizados como nuestro satélite desaparecía de forma repentina, lo cual se asociaba a mensajes divinos.
El día uno de octubre del año 331 a.C. tuvo lugar la batalla de Gaugamela, una de las más importantes de la antigüedad, a poco más de veinte kilómetros de Mosul en Irak, donde se enfrentaron las tropas macedónicas de Alejandro Magno y el ejército persa de Darío III.
En una amplia llanura se congregaron, frente a frente, unos 40.000 macedonios y 250.000 persas. Alejandro Magno era consciente de que el destino de su imperio y, el de la cultura helenística estaban en juego.
Varios días antes de la batalla, ante la mirada de miles de soldados mesopotámicos y macedónicos la Luna se escondió y de forma repentina el campamento se sumió en la más profunda oscuridad, pero lejos de disfrutar de este hecho astronómico, los soldados de ambos ejércitos lo interpretaron como un signo de mal augurio, presintiendo una inminente derrota.
El pánico fue mayor entre los macedónicos, que en aquel momento vadeaban el río Tigris en busca de las tropas de Darío III, pues los soldados interpretaron que la “Luna Negra” simbolizaba el advenimiento del caos, por lo que hubo gran reticencia a continuar, lo cual estuvo a punto de dar al traste con el imperio de Alejandro Magno.
Afortunadamente, el estratega griego consiguió hacerles cambiar de idea, al hacer una lectura muy diferente del fenómeno lunar: el mensaje divino se debía traducir como que el sol –símbolo macedónico - iba a eclipsar a la luna –símbolo de los persas-.
A pesar de todo, Alejandro no debía estar muy convencido, porque convocó a Aristandro, su nigromante personal, y le pidió que hiciera un sacrificio al dios Fobo - dios del temor y el horror- y este, tras inspeccionar las entrañas de los animales sacrificados, aseguró a Alejandro que la fortuna estaba de su lado y conseguiría la victoria.
En la batalla de Gaugamela, el ejército macedónico tuvo una gran victoria, la caballería envolvió a las tropas persas penetrando hasta el corazón del ejército. Darío III entendió que su vida estaba en peligro, y huyó despavorido, lo cual creó un mayor desconcierto entre sus tropas, desequilibrando definitivamente el resultado de la contienda hacia Alejandro Magno.
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