Tal día como hoy 2 de octubre de 1187, el sultán Saladino reconquista Jerusalén, defendida por Balián de Ibelín, tras llegar a un acuerdo para que los cristianos abandonen la ciudad con la promesa de no ser atacados por las tropas sarracenas. Ante esta gran derrota, los cristianos convocarán la Tercera Cruzada, que estará encabezada por el rey Ricardo Corazón de León de Inglaterra.
Los monarcas europeos respondieron a la caída de Jerusalén, con una cruzada que recorrió Europa de manos del papa Gregorio VIII y posteriormente de Clemente III, que en su llamamiento a la cruzada, solicitó a los monarcas europeos beligerantes entre ellos, que se diese una tregua de siete años y así acudir a la llamada en Tierra Santa.
Uno de los primeros en acudir a la llamada del papa fue Federíco I, emperador del Sacro Imperio, que parte de Ratisbona en 1189, sin encontrar ningún problema hasta los límites del Imperio Bizantino y tras atravesar Asia menor, en junio del año 1190 falleció, posiblemente a causa de un infarto, provocando que parte de su ejército regresase a sus hogares.
Tanto Felipe II de Francia como Ricardo de Inglaterra, eran recelosos en cuanto a la partida hacia tierra santa, debido a que ninguno de los dos quería dejar su reino desprotegido ante el otro, por lo que firmaron un pacto de no agresión, y ambos acudieron a la llamada del Papa.
Al igual que occidente, los musulmanes respondieron a la llamada a la cruzada, Saladino ordenó que emisarios recorriesen Siria y se dirigiesen a Damasco con el fin de informar que reyes europeos se acercaban con miles de soldados.
El asedio de Acre fue el más encarnizado y duradero de la Tercera cruzada y se alargó hasta el desgaste y la ciudad de Acre se rindió en Julio de 1191.
Tras la toma de Acre, el monarca francés decidió regresar a su país en agosto, mientras Ricardo optó por seguir la línea de costa, aunque las tropas de Saladino les seguían paralelamente. Hubo bastantes escaramuzas entre ambos contingentes y tras quince días de marcha desde Acre, los soldados cristianos se veían acosados, lo que dio paso a la batalla en la llanura de Arsuf, iniciándose esta a principios de septiembre.
La batalla, fue una derrota para las tropas de Saladino y esto hizo mella, tanto en el carácter del monarca inglés, como en Saladino quienes empezaron a gestar la idea de un acuerdo de paz.
A partir de ahí, comienza una larga negociación entre Ricardo y Saladino, para firmar un acuerdo de paz y por último se acordó, que los cristianos podrían acceder a los ciudad de Jerusalén sin ningún tipo de condición, a lo que Saladino accedió. La ciudad quedaría dirigida por manos árabes aunque se respetaría la libertad de culto.
La perdida de Jerusalén. fue un duro revés para Europa, ya que nunca más se volvería a dominar una vasta extensión de territorio en Tierra Santa, más bien pequeños emplazamientos estratégicos.
Además fue una sangría para los reinos europeos, el mantenimiento de las tropas a cientos de kilómetros de sus países, además de no conseguir el objetivo que se perseguía durante la campaña militar, que era la conquista de Jerusalén.
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