Tal día como hoy, el 1 de diciembre de 1640, el Reino de Portugal proclamaba su independencia de la monarquía hispánica.
Portugal había sido gobernado por los Austrias, desde que en 1580 el Rey Felipe II reclamase sus derechos, a ocupar el trono luso por ser hijo de Isabel de Portugal ,y nieto del Rey Manuel I "el afortunado".
Durante 60 años, Portugal formó una unión dinástica con los demás Reinos españoles, sin embargo, el alejamiento de la Corte de Lisboa, la limitación de los privilegios de la nobleza portuguesa, el aumento de los impuestos, los continuos ataques que los piratas holandeses realizaban contra las colonias portuguesas de ultramar impunemente y propuestas como la Unión de Armas.
El proyecto que pretendía obligar a Portugal, a contribuir en dinero y soldados en las guerras europeas de la monarquía hispánica, precipitaron las intrigas de la nobleza lusa que, proclamaba su independencia en 1640, y proclamaba al Duque de Braganza como nuevo Rey de Portugal.
Este hecho marcó, el inicio de la Guerra de Restauración Portuguesa, conflicto que duró 28 largos años y que terminó con el Tratado de Lisboa, acuerdo por el cual España reconocía la soberanía del país vecino. Aquello supuso la separación definitiva de los Reinos españoles y Portugal durante el reinado de Felipe IV.
El sentimiento de autonomía fue creciendo, y en 1640 tuvo lugar una revuelta, en la que un grupo de conspiradores de la nobleza aclamó al Duque de Braganza como Rey de Portugal, con el título de Juan IV, dando inicio a la cuarta dinastía, la Dinastía de Braganza.
El esfuerzo bélico, fue mantenido durante 28 años, con lo cual fue posible vencer en las sucesivas tentativas de invasión de los ejércitos de Felipe IV. En 1668 se firmó el tratado de Lisboa de 1668, por el cual España reconocía la soberanía, del país vecino.
La victoria de los restauradores portugueses, se debió en gran medida a la Sublevación de Cataluña, ya que todos los mejores soldados castellanos estaban ahí, así como a los esfuerzos diplomáticos de Inglaterra, Francia, Holanda y Roma por limitar el poder del Imperio español.
Paralelamente, las tropas portuguesas lograron expulsar a los holandeses de Brasil y de Angola y Santo Tomé y Príncipe, restableciendo el poder atlántico portugués.
La separación de España y Portugal fue traumática y no benefició a largo plazo, a ninguna de las partes. Ni Portugal podía defenderse en América sin España; ni España podía sobrevivir en Asia sin Portugal.
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