Tal día como hoy 24 de diciembre de 1985, tiene lugar el sepelio del general de la Guardia Civil retirado Juan Atarés, de sesenta y siete años, asesinado por la espalda el día anterior, por la banda terrorista ETA.
El general, en la reserva desde 1979, era un objetivo fácil para los terroristas pues habitualmente paseaba sin escolta por un parque cercano a su casa donde fue asesinado y aunque ETA ya había intentado matarlo, siempre se había negado a llevar escolta.
Los asesinos - Mercedes Galdós, autora de los disparos, y José Legorburu - le siguieron por el mismo camino en que paseaba y sin mediar palabra, por la espalda, le dispararon tres tiros, dos de los cuales impactaron en la nuca, ocasionándole - según la posterior autopsia - la muerte prácticamente en el acto, y el tercero le alcanzó en la espalda, en una “hazaña de inigualable valentía por parte de los terroristas”, como calificó en su día la prensa el hecho.
Posteriormente salieron corriendo del lugar, hasta donde un tercero les esperaba en un coche, conducido por María Cruz Azcona, con el motor en marcha, huyendo en él, el cual horas después la policía localizó abandonado.
El general, había protagonizado un incidente con el entonces ministro de Defensa y vicepresidente del Gobierno Manuel Gutiérrez Mellado en noviembre de 1978 en Cartagena, cuando en un coloquio ante una reunión de oficiales del Ejército y Guardia Civil sobre la Constitución, se levantó y en actitud muy excitada, pronunció frases contra el Gobierno y la Carta Magna.
Un pequeño grupo de asistentes le aplaudió y Gutiérrez Mellado le ordenó que saliese de la sala, pero cuando iniciaba su marcha volvió sobre sus pasos y, dirigiéndose al vicepresidente lo llamó "embustero" y "traidor", frases el parecer dirigidas contra su afirmación de que “el fin de ETA estaba próximo” pues él “estaba harto de enterrar guardias civiles y carecía de ánimos para seguir consolando a viudas y huérfanos".
El teniente general Gutiérrez Mellado, ordenó entonces que los que estuviesen de acuerdo con Atarés, saliesen también de la sala, pero nadie lo hizo, cerrándose el acto en medio de una gran tensión y siendo el general Atarés juzgado en un consejo de guerra del que saldría absuelto, quedando en situación de reserva.
ETA - como siempre hizo – eligió una víctima fácil, sin riesgo para sus comandos y de fuerte repercusión en el ámbito militar y tal como ya es tradición en nuestro país, los asesinos – convictos en otros muchos crímenes - se encuentran desde hace muchos años en libertad.
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