Tal día como hoy 12 de diciembre de 1903, en España, el Congreso aprueba el proyecto de ley que establece el descanso dominical.
La Ley del descanso dominical, es la primera norma por la que se prohibía el trabajo en domingo, por lo que el hecho de que los trabajadores descansaran un día a la semana fue una conquista social y laboral que hoy en día nadie discute, pero que causó conflicto y controversia en los inicios del siglo XX.
La ley entró en vigor el 11 de septiembre de 1904 y antes de ella el gobierno, recomendaba a los gobernadores civiles que "cuidasen de hacer observar las fiestas religiosas", es decir, que todo el mundo pudiera ir a misa los domingos, como recogían decretos anteriores a la ley, que hacían hincapié en el respeto a las cuestiones religiosas, pero no tenían el objetivo de proteger a los trabajadores.
El descanso dominical, según algunos autores, tiene su primer antecedente es una ley del emperador romano Constantino, el 7 de marzo del año 321, que establecía respetar la festividad del "Sol Invicto" - deidad pagana - y no se podría trabajar en las ciudades, pero sí en el campo, que el cristianismo acabaría por adoptar como costumbre propia.
En la Edad Media, Alfonso X en el código de las “Siete Partidas” en el siglo XIII, disponía que sus súbditos "en domingo no labren, ni hagan labores algunas, ni tengan tiendas abiertas...", para que toda la población pudiera cumplir con sus "deberes cristianos".
En el siglo XIX, no obstante, se abolieron varias de las leyes que regulaban este descanso, y se trabajaba todos los días del año, con jornadas de 10 a 18 horas diarias y aunque el domingo estaba reglado en algunas leyes, prácticamente nadie descansaba y en el campo, los jornaleros, en los meses de trabajo lo hacían "de sol a sol", es decir, jornadas de 18 horas de trabajo ininterrumpido.
El proyecto de ley fue rechazado en varias ocasiones, hasta que finalmente se aprobó el 12 de diciembre de 1903 y el 11 de septiembre de 1904 entró en vigor, aunque los empresarios y patronos, se manifestaron en contra y no se respetó en todas partes.
Pero no sólo hubo quejas entre los empresarios, ya que las clases populares, a las que en teoría iba destinada, también tuvieron voces descontentas, ya que los trabajadores, acostumbrados a que el domingo fuera un día laborable más, no sabían cómo afrontar ese tiempo libre y muchos acababan en las tabernas, cuya apertura sí se permitía.
Teniendo en cuenta su escaso salario, no es de extrañar que un ama de casa escribiera al periódico “El Imparcial” quejándose de que su marido se gastaba en la taberna "lo que les hacía falta para vivir" y añadía que "esto es lo que ha traído a esta casa, llena de paz y gloria, la ley del descanso dominical".
Pese las quejas y el malestar que generó en algunas personas, el descanso el domingo se acabó imponiendo y hoy en día, nos parecería inaceptable que alguien se viera forzado a trabajar todos los días, pero las mejoras de las condiciones de trabajo siguen generando resistencia en algunos sectores de la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario