La batalla de Verdún tuvo lugar del 21 de febrero al 18 de diciembre de 1916 y fue la mayor y más larga batalla de la Primera Guerra Mundial entre los ejércitos alemán y francés.
La batalla tuvo lugar en el noreste de Francia cuando el ejército alemán atacó las defensas de la Región Fortificada de Verdún, para capturar las Alturas de Meuse, una excelente posición defensiva con buena observación de artillería en Verdún.
Los alemanes esperaban que los franceses utilizaran su reserva para recuperar la posición y así sufrir pérdidas catastróficas en una batalla de aniquilación, a un costo mínimo para los alemanes situados en posiciones ventajosas en las alturas.
El mal tiempo retrasó el inicio del ataque alemán hasta el 21 de febrero a pesar de muchas bajas francesas y el 6 de marzo, los franceses habían construido unas defensas más extensas, en tanto que el general francés Pétain ordenó que se realizaran contraataques, pese exponer a la infantería al fuego de la artillería alemana.
En marzo, la ofensiva alemana se extendió a la orilla izquierda del rio Mosa, pero a principios de mayo, cambiaron de táctica nuevamente e hicieron ataques locales y en junio capturaron Fort Vaux y Fleury llegando a 4 km de la ciudadela de Verdún.
En julio de 1916, el ataque alemn se redujo y entre 23 de junio al 17 de agosto, Fleury cambió de manos dieciséis veces, mientras las contraofensivas francesas recobraron gran parte del terreno perdido.
Ambos bandos se enfrentaban a una invasión de piojos y ratas, que se alimentan de vivos y muertos y que fueron las auténticas dueñas de ese infierno y mientras esperaban el siguiente ataque, los soldados jugaban a las cartas, dormían, escribían...
La lluvia empapaba los capotes y se colaba por el cuello, resbalaba por las paredes de tierra de las trincheras y terminaba convirtiéndolas en un gran charco. El frío congelaba las raciones de carne y el agua, siempre escasa en primera línea. “Ha sucedido en ocasiones que los hombres han salido de su trinchera durante la noche para beber en cualquier cráter lleno de agua”, anota un soldado alemán.
Como letrina se usaban los cráteres más cercanos, a los que se llegaba a gatas y, si era posible, de noche. Para no exponerse al fuego enemigo, los soldados sacrificaban a veces su comida y vaciaban sus latas de sardinas o carne para usarlas como orinales.
Pero la batalla más larga de la Gran Guerra, la última gran victoria del ejército francés, una victoria de prestigio, fue también un símbolo incuestionable del sinsentido de la guerra.
El éxito francés en Verdún, siguió siendo un símbolo de la determinación de Francia durante muchos años.
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