Tal día como hoy 25 de agosto de 1932, el presidente de la República española, Niceto Alcalá Zamora, conmuta la pena de muerte por cadena perpetua, al general Sanjurjo por intentona golpista.
La intentona, conocida como “la Sanjurjada”, se produjo en la madrugada del 10 de agosto de 1932 contra la Segunda República Española, bajo el liderazgo del general José Sanjurjo, y sólo participó en él, una parte del Ejército español, lo que supuso su fracaso desde el comienzo.
El plan golpista, preveía que en Madrid se llevaran a cabo varios ataques y atentados, que sirvieran para confundir a la policía y las fuerzas de seguridad, mientras cinco guarniciones militares se sublevarían y, tras hacerse con el control de la situación en sus respectivos territorios, convergerían sobre Madrid.
Sanjurjo sería una de las principales cabezas visibles del golpe y entre sus colaboradores militares figuraban un cierto número de oficiales anti republicanos: los generales González Carrasco y Ponte; o los coroneles Valera, Martín Alonso y Valentín Galarza -el general Francisco Franco también estaba comprometido pero en el último momento se retiró – y la Comunión Tradicionalista no se adhirió a la sublevación y no puso al servicio de la misma el Requeté, la milicia armada que recibía instrucción militar
Sanjurjo, contando con la ayuda del general García de la Herrán y de otros oficiales, lograron controlar toda la ciudad de Sevilla incluidos sus puntos estratégicos como telégrafos y teléfonos y la estación de ferrocarril.
En Madrid, el golpe constituyó un fracaso desde el principio: ya que los regimientos de la capital no se sublevaron, y aunque los regimientos de Alcalá de Henares sí llegaron a declarar el estado de guerra y salieron a las calles, no pasó mucho tiempo hasta que dieron media vuelta y regresaron a sus acuartelamientos y excepto Sevilla y Madrid, ninguna otra capital secundó el golpe.
Cuando se conoció en Sevilla el fracaso en Madrid, se ordenó que las tropas volvieran a los cuarteles, mientras los comunistas y anarquistas reaccionaron rápidamente y declararon una huelga general, que Sanjurjo no pudo controlar.
A las tres de la tarde, salieron de Madrid dos trenes militares hacia Sevilla y el gobierno también movilizó a la aviación, trasladando hacia Andalucía a varias escuadrillas. Varios oficiales de la guarnición sevillana acudieron a hablar con Sanjurjo y le comunicaron que no lucharían contra las columnas gubernamentales que se dirigían hacia Sevilla.
Cuando Sanjurjo lo vio todo perdido, le recomendaron que huyera a Portugal, cosa que hizo, siendo detenido cuando trataba de pasar la frontera. Tras el desconcierto que reinó en la ciudad cuando el golpe se vino abajo, fueron incendiados varios clubes de las clases altas sevillanas.
Tras el golpe, Sanjurjo fue condenado a muerte por un consejo de guerra, aunque la pena fue conmutada por la de cadena perpetua por un decreto del presidente de la República y tras su indulto por iniciativa del Presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, pasó una temporada en el penal de El Dueso, en un régimen carcelario bastante favorable y finalmente se exilió en la localidad portuguesa de Estoril.
Contra los militares y civiles monárquicos que habían participado o habían apoyado el golpe, cayeron casi todas las medidas represivas previstas por la Ley de Defensa de la República y 145 jefes y oficiales fueron detenidos, juzgados y deportados a Villa Cisneros, en el Sáhara español.
El gobierno, decretó la expropiación de bienes rústicos de varios de los implicados en la intentona golpista, y entre los afectados estaban el líder tradicionalista Fal Conde, los generales González Carrasco o Cavalcanti, además de terratenientes, hombres de negocios, etc.
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