sábado, 31 de agosto de 2019

La última batalla de la Guerra de la Independencia

Tal día como hoy 31 de agosto de 1813, en España, en los alrededores de Irún, tiene lugar la segunda Batalla de San Marcial, cerca de la ermita del mismo nombre, cuando las tropas aliadas hispano-inglesas expulsan al ejército napoleónico, poniendo el punto final a la Guerra de la Independencia.

Tras la batalla de Vitoria, el 21 de junio de 1813, las tropas de Wellington avanzaron hacia la frontera, entrando en Irún el 30 de junio y aunque, en principio, los franceses habían sido ya prácticamente derrotados, aun mantenían varias plazas, como las de San Sebastián y Pamplona, y Wellington se preparó para tomarlas.

Era de esperar, que los franceses intentaran romper los sitios de San Sebastian y Pamplona, de modo que se dispuso la defensa de los pasos del río Bidasoa, pero los franceses se reagruparon antes de lo que se esperaba, y concentraron un ejercito de 18.000 soldados, al mando del mariscal Soult y frente a ellos, un ejército aliado anglo-español de unos 10.000 efectivos.

En la madrugada del 31 de agosto, los franceses, cubiertos por la neblina matinal y la artillería, comienzan el ataque y entran con fuerza prácticamente hasta la cumbre de San Marcial, pero el terreno accidentado y boscoso, solo permiten el paso en fila india  y no es el más adecuado para el ataque en formación, que los franceses acostumbraban a usar, de modo que se genera un caos, que los defensores aprovechan para hacerles frente a bayoneta calada.

El General Freyre, al mando del Cuarto Ejército español, pide ayuda a Wellington, pero este se niega, considerando que los soldados españoles deben resistir por sí solos y en una segunda embestida, los franceses ganan terreno. Sin embargo, las tropas españolas consiguen aguantar y con grandes pérdidas, logran rechazar las tropas de Soult.

En una tercera acometida, la situación llega a ser crítica por el avance francés, y solo la aparición de tres batallones de Voluntarios de Gipuzkoa consigue que las tropas españolas pueda arrojar a los franceses monte abajo, hasta el río Bidasoa.

Tras la batalla, los aliados cruzaron el Bidasoa y la guerra continuó al otro lado de los Pirineos hasta que se firmó la paz y no faltaron las felicitaciones y celebraciones por la victoria, al estilo de la época.

Cien años más tarde, con el odio a los franceses debidamente aparcado, se celebró el centenario de la batalla con un homenaje a las personas caídas aquel día, pues la batalla causó algo más de 600 muertos y 2000 heridos entre ambos bandos, directamente en la acción militar, sin contar los soldados que fallecieron más tarde, de las heridas sufridas durante la lucha.

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