Tal día como hoy 27 de agosto de 1859, se perfora el primer pozo petrolífero del mundo en la localidad americana de Titusville - Pennsylvania-. Con la explotación de este combustible mineral, el llamado "oro negro", se inaugura la tan contaminante e insalubre industria del petróleo.
En 1858, Edwin Drake llegó con su familia a Titusville, Pensilvania. Pese a no tener experiencia alguna en la industria del petróleo, la Seneca Oil le había encargado intentar llegar hasta el petróleo que, supuestamente, se escondía en el subsuelo de la región. Cuando comenzó a perforar eran pocos los que creían en él y muchos los que se mofaban de una idea tan ridícula.
En los Estados Unidos de la época, para muchos, el petróleo era sólo una misteriosa grasa que salía del suelo y a la que sólo se le había encontrado utilidad en el campo de la medicina y la charlatanería.
Es aquí cuando aparece Edwin Drake, un personaje que llegó al mundo del petróleo por casualidad. Drake había trabajado durante casi toda su vida en los ferrocarriles de oficinista y de conductor de tren.
Con sólo 38 años de edad, tuvo que dejar su trabajo en la compañía de ferrocarriles a causa de una enfermedad y, cuando ya estaba retirado, se le ofreció la posibilidad entrar en el negocio del petroleo, y aunque no sabía nada de la extracción de petróleo si entendía cómo funcionaban las herramientas. Así que, en 1858 la Seneca Oil Company lo envió a hacer unas prospecciones petrolíferas a Titusville, Pensilvania.
Drake comenzó a martillear la tierra - pues el taladro rotatorio se inventaría mucho más tarde - y llegó a atravesar las primeras capas, pero cuando llegaron a los 5 metros de profundidad el pozo comenzó a derrumbarse.
Los curiosos comenzaron a acudir en masa a mofarse de la “locura de Drake”, como llamaban al pozo, y al mismo tiempo, el Coronel Drake - título que el mismo se había otorgado para ganar el respecto de la gente - comenzó a quedarse sin dinero y la Seneca Oil, cansada de esperar, lo abandonó a su suerte.
Sin embargo, Drake no cejó en su empeño y continuó perforando con su propio dinero y el 27 de agosto de 1858 alcanzaron los 21 metros de profundidad. Todos esperaban que todavía fuera necesario perforar, 30 metros más, pero a la mañana siguiente, antes de comenzar, se sorprendieron al comprobar que el petróleo brotaba de la tubería.
Había comenzado la “Fiebre del Petróleo de Pensilvania”. Los precios de las tierras se dispararon y los buscadores de fortuna llegaron. Había pozos por todos los lados. Entre todos, produjeron unos 4.500 barriles el primer año. En 1860, ya eran varios cientos de miles y en 1862 la producción alcanzó los 3 millones.
Pero Drake, no había comprado suficientes tierras, y no había patentado su técnica de perforación y acabó perdiendo todos sus ahorros en 1863 y acabó viviendo de la caridad hasta que en 1873 el Estado de Pensilvania le otorgó una paga vitalicia de 1.500 dólares al año, por su contribución al progreso de la industria.
Drake murió como un modesto pensionista, sin haberse nunca llegado a beneficiar de haber creado el primer pozo de petróleo de los Estados Unidos.
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