sábado, 13 de junio de 2020

Benito Juárez. La ley Juárez y la iglesia católica

Tal día como hoy 13 de junio de 1859, en México, el presidente Benito Juárez declara propiedad nacional todos los bienes de la Iglesia católica.

Nacido en el seno de una familia pobre, en el pueblo de San Pablo Guelatao, Benito Juárez García se convirtió en uno de los presidentes cuyo trabajo y lucha se tradujeron en un legado que tiene como principal pilar la fundación del Estado mexicano tal como lo conocemos: laico, independiente y soberano.

La laicidad del Estado mexicano es uno de los más grandes compromisos y proyectos de Benito Juárez a lo largo de toda su vida política; así lo demostró en 1844 cuando después de ser nombrado secretario de Gobierno en el gabinete del gobernador de Oaxaca, Juárez presentó su renuncia ante el intento de las autoridades de denunciar a quienes se negaban a pagar el diezmo a la Iglesia.

Para Juárez la separación de la Iglesia y el Estado representó un proyecto que buscaba minar los privilegios desmedidos que poseía un sector limitado de la población en detrimento de uno más grande y de la autonomía del Estado, el cual velaba por intereses particulares resguardados por la Iglesia.

Tras la caída de Antonio López de Santa Anna y la llegada a la presidencia de Juan Álvarez, Benito Juárez fue nombrado ministro de Justicia, posición desde la que emitió la Ley Juárez, la cual limitaba el poder e influencia del clero en asuntos civiles. Promulgada el 23 de noviembre 1855, esta ley suprimió el fuero eclesiástico y el militar en materia civil.

Tras su irrupción, la ley obtuvo la reprobación por parte de los conservadores y la más alta autoridad eclesiástica, la cual la calificó como violadora de los derechos de la Iglesia católica aludiendo al derecho divino, e incluso generó malestar en el Vaticano.

La diferencia radical de posiciones sobre este tema entre conservadores y liberales se agudizó con la promulgación de la Constitución de 1857. La nueva constitución hizo frente a los intereses de la Iglesia católica, pues puso fin a muchos de sus privilegios, entre ellos el fuero eclesiástico y la adquisición y administración de bienes raíces.

La oposición a este nuevo régimen desató, para finales de 1857, que los conservadores, apoyados por algunos liberales, dieran un golpe de Estado cuya finalidad era a la anular toda la legislación liberal.

Tras el golpe de Estado, Juárez llegó en 1858 a la presidencia por ministerio de ley e hizo frente al gobierno paralelo encabezado por Félix Zuloaga, quien fue nombrado por los conservadores presidente interino a través del Plan de Tacubaya, con la finalidad de derogar la Constitución de 1857.

Cerca de la culminación de la Guerra de Reforma y durante su presidencia posterior al conflicto, Juárez promulgó las denominadas Leyes de Reforma, un conjunto de decretos emitidos entre 1859 y 1863 que tuvieron como objetivo consumar el proceso de separación de la Iglesia y el Estado.

Con estas leyes se desamortizaron lo bienes de la Iglesia, se estableció el matrimonio como un contrato civil, el registro de las personas quedó en manos del gobierno y no de las iglesias, se puso fin a la intervención del clero en los cementerios, se prohibió la asistencia oficial a funciones religiosas, la religión católica dejó de ser la única permitida, se estableció la libertad de cada persona a profesar el culto de su elección, se secularizaron hospitales y establecimientos de beneficencia, y se decretó la exclaustración de monjas y frailes, entre otras acciones.

El legado de Benito Juárez y su lucha por la constitución de un Estado independiente hacen que sea considerado una de las figuras políticas más importantes de la historia de México y que su nombre esté unido a temas de laicidad.

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