Tal día como hoy 28 de junio de 1412,
Fernando "de Antequera", es nombrado rey de Aragón, adoptando el
nombre de Fernando I.
Fernando
I, también conocido como Fenando “el Justo” o Fernando de
Antequera, convocó a las cortes para ser jurado rey el 5 de agosto del año 1412. Su ascenso
al trono se produjo de una manera fuera de lo común, y apenas reinó
tres años.
La historia de Fernando es la de un
segundón que llegó a ser rey y la de un hombre ambicioso que
gobernó en un momento muy delicado. Su mayor aporte, a pesar de su
corta gobernanza, fue la estabilización de la caótica situación
que atravesaba la Corona de Aragón.
Era un Trastámara, hijo del rey Juan I
de Castilla, nieto de Pedro IV “el Ceremonioso” de Aragón y
sobrino de Martín “el Humano”. Al ser hijo segundón, el trono
de Castilla fue ocupado por su hermano Enrique III quien no gozaba de
muy buena salud, pues enfermó de tifus y de viruela. Por eso se le aplicó el apelativo de
“el Doliente”.
Enrique III murió cuando su hijo Juan
tan sólo tenía un año de vida, en 1406, y en su testamento dejó
dispuesto que fueran regentes su mujer Catalina de Lancáster y su
hermano Fernando.
Pronto comenzó a haber desavenencias
entre los dos regentes, que además fueron alentadas por la nobleza.
Para poner fin a la difícil situación, se decidió dividir el reino
en dos, de manera que Catalina gobernaría la mitad norte del reino y
Fernando la zona meridional que colindaba con el reino nazarí de
Granada.
Fernando se hizo un nombre en su lucha
contra los musulmanes granadinos, destacando la conquista de
Antequera en 1410, que le dio su sobrenombre más conocido. Ese mismo
año en Aragón murió su tío Martín “el Humano” sin
descendencia y nuestro hombre fue uno de los seis candidatos que se
presentaron como herederos al trono aragonés.
Su poder económico, su prestigio
militar y el tener el poderoso ejército castellano a su disposición,
hizo que fuera el candidato preferido para muchas familias nobles y
para el papa Benedicto XIII, aquel famoso papa Luna que como buen
aragonés, se mantuvo en sus trece y nunca jamás abandonó su cargo.
Todo este proceso de elección tocó a
su fin cuando el 28 de junio de 1412 en el Compromiso de Caspe, fue
proclamado rey de Aragón y de los demás estados de la Corona.
Además, a la vez que era rey de Aragón, no perdió su regencia en
Castilla, lo que le proporcionaba un poderoso ejército y dinero que
utilizó para acabar con la revuelta de Jaime II de Urgel, el
principal candidato a ocupar el trono aragonés tras la muerte de
Martín.
En su corto reinado reorganizó la
hacienda, saneó la economía, intentó acabar con las persecuciones
de judíos y respetó las instituciones y la forma de gobierno de la
Corona de Aragón, aunque otorgó una mayor participación a los
representantes de los municipios, lo que debilitaba a la nobleza y
fortalecía el poder del rey.
Por último, tan pronto como accedió
al trono, se desvinculó de su principal valedor, el antipapa
Benedicto XIII, contribuyendo a poner fin al Cisma en la Iglesia
Católica y a romper el aislamiento diplomático de Aragón, fruto de
su apoyo a un papa cismático, como el papa Luna.
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