domingo, 28 de junio de 2020

Breve historia de Fernando I de Aragón

 
Tal día como hoy 28 de junio de 1412, Fernando "de Antequera", es nombrado rey de Aragón, adoptando el nombre de Fernando I.

Fernando I, también conocido como Fenando “el Justo” o Fernando de Antequera, convocó a las cortes para ser jurado rey el 5 de agosto del año 1412. Su ascenso al trono se produjo de una manera fuera de lo común, y apenas reinó tres años.

La historia de Fernando es la de un segundón que llegó a ser rey y la de un hombre ambicioso que gobernó en un momento muy delicado. Su mayor aporte, a pesar de su corta gobernanza, fue la estabilización de la caótica situación que atravesaba la Corona de Aragón.

Era un Trastámara, hijo del rey Juan I de Castilla, nieto de Pedro IV “el Ceremonioso” de Aragón y sobrino de Martín “el Humano”. Al ser hijo segundón, el trono de Castilla fue ocupado por su hermano Enrique III quien no gozaba de muy buena salud, pues enfermó de tifus y de viruela. Por eso se le aplicó el apelativo de “el Doliente”.

No obstante, vivió lo suficiente como para tener un heredero, Juan II, que acabó con las pretensiones de Fernando de reinar en Castilla a la muerte de su hermano.

Enrique III murió cuando su hijo Juan tan sólo tenía un año de vida, en 1406, y en su testamento dejó dispuesto que fueran regentes su mujer Catalina de Lancáster y su hermano Fernando.

Pronto comenzó a haber desavenencias entre los dos regentes, que además fueron alentadas por la nobleza. Para poner fin a la difícil situación, se decidió dividir el reino en dos, de manera que Catalina gobernaría la mitad norte del reino y Fernando la zona meridional que colindaba con el reino nazarí de Granada.

Fernando se hizo un nombre en su lucha contra los musulmanes granadinos, destacando la conquista de Antequera en 1410, que le dio su sobrenombre más conocido. Ese mismo año en Aragón murió su tío Martín “el Humano” sin descendencia y nuestro hombre fue uno de los seis candidatos que se presentaron como herederos al trono aragonés.

Su poder económico, su prestigio militar y el tener el poderoso ejército castellano a su disposición, hizo que fuera el candidato preferido para muchas familias nobles y para el papa Benedicto XIII, aquel famoso papa Luna que como buen aragonés, se mantuvo en sus trece y nunca jamás abandonó su cargo.

Todo este proceso de elección tocó a su fin cuando el 28 de junio de 1412 en el Compromiso de Caspe, fue proclamado rey de Aragón y de los demás estados de la Corona. Además, a la vez que era rey de Aragón, no perdió su regencia en Castilla, lo que le proporcionaba un poderoso ejército y dinero que utilizó para acabar con la revuelta de Jaime II de Urgel, el principal candidato a ocupar el trono aragonés tras la muerte de Martín.

En su corto reinado reorganizó la hacienda, saneó la economía, intentó acabar con las persecuciones de judíos y respetó las instituciones y la forma de gobierno de la Corona de Aragón, aunque otorgó una mayor participación a los representantes de los municipios, lo que debilitaba a la nobleza y fortalecía el poder del rey.

Por último, tan pronto como accedió al trono, se desvinculó de su principal valedor, el antipapa Benedicto XIII, contribuyendo a poner fin al Cisma en la Iglesia Católica y a romper el aislamiento diplomático de Aragón, fruto de su apoyo a un papa cismático, como el papa Luna.

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