Tal día como hoy el 2 de junio de 1953
tras la muerte de su padre, la reina Isabel II se coronó formalmente
como la reina en Inglaterra, con cientos de millones de personas que
escuchaban por radio y por primera vez vieron una coronación en
televisión en directo.
Después de la ceremonia de coronación
en la Abadía de Westminster, millones de espectadores bañados por
la lluvia aplaudieron a la reina de 25 años y a su esposo, el duque
de Edimburgo, mientras pasaban por una ruta en un carruaje dorado
Isabel II continúa a gusto en el
trono, y no parece tener intención alguna de abdicar. Su reinado, de
más de seis décadas, es uno de los más largos de la historia del
país y aunque es la monarca más conocida del mundo, ha sabido
contener la banalización mediática de su imagen y posición
dotándose de un aura de majestuosidad tan anacrónica como efectiva.
Esa dignidad, junto con el estricto
protocolo que observa en sus apariciones públicas y su discreción,
la ha recluido, para muchos, en una especie de burbuja aislada de la
realidad.
La británica es una de las monarquías
más antiguas y tradicionales del mundo, además del máximo
exponente de la idiosincrasia de un país que ha tenido una enorme
influencia gracias a un imperio que se extendió por los cinco
continentes. Aunque la fascinación por los Windsor se ha
transformado, con los años, en curiosidad, cuando no morbo.
Esta degradación se debe, en gran
parte, al signo de los tiempos que les ha tocado vivir, marcados por
la omnipresencia de los medios de comunicación. Irónicamente, fue
la propia Isabel II la que dio impulso a este fenómeno con su
coronación, el 2 de junio de 1953.
La retransmisión televisada de la
ceremonia influyó decisivamente en la popularización del medio en
el país. El número de licencias de televisión se dobló en el
Reino Unido hasta alcanzar los tres millones, y unos veinte millones
de británicos se sentaron por primera vez frente a un televisor en
los hogares de amigos o vecinos.
Hay otros factores que explican la
masiva atención que recibió Isabel II en todo el mundo en los años
cincuenta. Por un lado su glamur, de la realeza y por otro, su
juventud, que tenía tan solo 25 años de edad cuando accedió al trono,
lo que abundó en su imagen, alimentada por la prensa, de reina de cuento de hadas.
Por último, y ya en clave interna,
encarnaba el inicio de una nueva “era isabelina”, en la que se
habían depositado grandes esperanzas tras la tragedia de la Segunda
Guerra Mundial y el fin del Imperio.
En cierto modo, Isabel II simbolizaba
el rejuvenecimiento de Reino Unido y la resignada adaptación del
país a la Comonwealth, la mancomunidad de naciones en que se diluyó
el Imperio Británico.
De este modo, Isabel II fue coronada el
2 de junio de 1953 a pesar de haber accedido al trono el 6 de febrero
de 1952, en el mismo momento de la muerte de su padre, ya que la ley
británica establece que el trono nunca debe quedar vacante y que el
nuevo monarca ha de suceder al anterior inmediatamente.
Poco después de su coronación, se
embarcó en un viaje alrededor del mundo con el que se dio un baño
de masas. Fue el primero de muchos otros, tantos que, a día de hoy,
es el jefe de Estado que más países ha visitado
No hay comentarios:
Publicar un comentario