viernes, 5 de junio de 2020

La historia del Coloso de Rodas

Tal día como hoy 5 de junio del año 654, fuerzas árabes, con Muawiya ibn Abi Sufyan al frente, conquistan la ciudad y el puerto de Rodas, donde en la antigüedad estuvo asentada, la monumental estatua del Coloso de Rodas, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Tras la muerte de Alejandro Magno a la corta edad de 32 años, varias disputas tuvieron lugar en el imperio creado por el propio Alejandro Magno, quedando dividido en varios territorios menores. Rodas, al igual que parte de Egipto, quedó bajo el control de Ptolomeo I, un general greco-macedonio al servicio de Alejandro Magno y uno de los tres que se disputaron el control de su extenso imperio controlando así el comercio en la parte oriental del Mar Mediterraneo.

Este hecho no fue del agrado Antígono I el Tuerto quien en palabras de Plutarco fue "el más grande de los sucesores de Alejandro", que en el año 305 a.C. mandó a su hijo al mando de un ejército de 40.000 hombres para tomar la ciudad de Rodas y romper así el control de Ptolomeo I en el comercio de la zona.

Pero la astucia del ejército de Ptolomeo I impidió que la toma de la ciudad se consiguiera, obligando al ejército de Demetrio, hijo de Antígono, a huir dejando sus armas de asedio atrás.

Para celebrar la victoria, el pueblo de Rodas, decidió homenajear a su Dios Helios, con una construcción de dimensiones desconocidas hasta entonces, utilizando los materiales dejados atrás por el ejército de Demetrio.

La estatua se construyó sobre un pedestal de entre 15 y 20 metros de mármol junto al puerto con un esqueleto de hierro, forrado de bronce, consiguiendo la estatua alcanzar entre 30 y 32 metros, para una altura absoluta, contando el pedestal en que se apoyaba, de prácticamente 50 metros.

La estatua, desde el momento de su finalización en el año 282 a.C., se conoció como el Coloso de Rodas. Pese a que la mayoría de las ilustraciones conocidas, así como varios poemas de siglos posteriores representan al Coloso de Rodas como una estatua a la entrada del puerto con cada pierna sobre sendos pedestales, a ambos lados de la entrada del puerto, varios estudios estructurales demuestran que dados los materiales de construcción no era viable, ya que la estatua se habría colapsado por su propio peso durante la construcción.

En el año 226 a.C. un terremoto en Rodas generó grandes daños estructurales en toda la ciudad, quebrando la estatua de Helios a la altura de las rodillas, provocando el derrumbe de la misma. 

Ptolomeo III propuso su reconstrucción, pero el oráculo de Delfos, consagrado al dios Apolo, sugirió que esto no se hiciera, ya que hizo creer a los habitantes de Rodas que el terremoto era la muestra de Helios de que el Coloso de Rodas, había sido una gran ofensa a su deidad.

La ruinas del coloso se mantuvieron esparcidas por en el mismo lugar de la destrucción de la estatua durante varios años, tal y como relatan escritos de Estrabón y Plinio el Viejo.
  
Allí permanecieron hasta la llegada en el año 654 de las fuerzas árabes, de Muawiya ibn Abi Sufyan, que capturó la ciudad de Rodas, siendo las ruinas del Coloso de Rodas transportadas a Edesa, mediante 900 camellos para ser vendidas a un comerciante judío. 

En el siglo XVI Jean Cousin ilustró una imagen del Coloso de Rodas con las piernas abiertas, como si fuera un gigante protector, en el triángulo que forman sus piernas navega un barco que sale del puerto. Esta idea la cogió de los escritos de los peregrinos que viajaban hacia Rodas, para refugiarse en la fortaleza de los caballeros Hospitalarios y describe  el momento que llegan a la isla. 













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