Tal día como hoy 5 de junio del año
654, fuerzas árabes, con Muawiya ibn Abi Sufyan al frente,
conquistan la ciudad y el puerto de Rodas, donde en la antigüedad
estuvo asentada, la monumental estatua del Coloso de Rodas,
considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo.
Tras la muerte de Alejandro Magno a la
corta edad de 32 años, varias disputas tuvieron lugar en el imperio
creado por el propio Alejandro Magno, quedando dividido en varios
territorios menores. Rodas, al igual que parte de Egipto, quedó bajo
el control de Ptolomeo I, un general greco-macedonio al servicio de
Alejandro Magno y uno de los tres que se disputaron el control de su
extenso imperio controlando así el comercio en la parte oriental del
Mar Mediterraneo.
Este hecho no fue del agrado Antígono
I el Tuerto quien en palabras de Plutarco fue "el más grande de
los sucesores de Alejandro", que en el año 305 a.C. mandó a su
hijo al mando de un ejército de 40.000 hombres para tomar la ciudad
de Rodas y romper así el control de Ptolomeo I en el comercio de la
zona.
Pero la astucia del ejército de
Ptolomeo I impidió que la toma de la ciudad se consiguiera,
obligando al ejército de Demetrio, hijo de Antígono, a huir dejando
sus armas de asedio atrás.
Para celebrar la victoria, el pueblo de
Rodas, decidió homenajear a su Dios Helios, con una construcción
de dimensiones desconocidas hasta entonces, utilizando los materiales
dejados atrás por el ejército de Demetrio.
La estatua se construyó sobre un
pedestal de entre 15 y 20 metros de mármol junto al puerto con un
esqueleto de hierro, forrado de bronce, consiguiendo la estatua
alcanzar entre 30 y 32 metros, para una altura absoluta, contando el
pedestal en que se apoyaba, de prácticamente 50 metros.
La estatua, desde el momento de su
finalización en el año 282 a.C., se conoció como el Coloso de
Rodas. Pese a que la mayoría de las ilustraciones conocidas, así
como varios poemas de siglos posteriores representan al Coloso de
Rodas como una estatua a la entrada del puerto con cada pierna sobre
sendos pedestales, a ambos lados de la entrada del puerto, varios
estudios estructurales demuestran que dados los materiales de
construcción no era viable, ya que la estatua se habría colapsado
por su propio peso durante la construcción.
En el año 226 a.C. un terremoto en
Rodas generó grandes daños estructurales en toda la ciudad,
quebrando la estatua de Helios a la altura de las rodillas,
provocando el derrumbe de la misma.
Ptolomeo III propuso su
reconstrucción, pero el oráculo de Delfos, consagrado al dios
Apolo, sugirió que esto no se hiciera, ya que hizo creer a los
habitantes de Rodas que el terremoto era la muestra de Helios de que
el Coloso de Rodas, había sido una gran ofensa a su deidad.
La ruinas del coloso se mantuvieron
esparcidas por en el mismo lugar de la destrucción de la estatua
durante varios años, tal y como relatan escritos de Estrabón y
Plinio el Viejo.
Allí permanecieron hasta la llegada en
el año 654 de las fuerzas árabes, de Muawiya ibn Abi Sufyan, que capturó la ciudad de Rodas, siendo las ruinas del Coloso
de Rodas transportadas a Edesa, mediante 900 camellos para ser
vendidas a un comerciante judío.
En el siglo XVI Jean Cousin ilustró una imagen del Coloso de Rodas con las piernas abiertas, como si fuera un gigante protector, en el triángulo que forman sus piernas navega un barco que sale del puerto. Esta idea la cogió de los escritos de los peregrinos que viajaban hacia Rodas, para refugiarse en la fortaleza de los caballeros Hospitalarios y describe el momento que llegan a la isla.
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