Tal día como hoy, 10 de junio de 1977, James Earl Ray, el asesino
convicto del líder de los derechos civiles Martin Luther King,
escapó de una prisión de máxima seguridad en Tennessee, y fue
encontrado tres días después.
El 4 de abril de 1968, en Memphis
(Tennesse), un disparo en la cabeza ponía fin al sueño de Martin
Luther King. La bala, que le perforó la mejilla antes destruir sus
vértebras, había sido disparada por James Earl Ray, un ladrón de
poca monta que cargó con el peso de matar al mito y cuyo salto de
delincuente a asesino, sigue siendo hoy un misterio,.
Hijo de un padre desempleado y de una
madre que tenía dificultades para comunicarse al nivel más básico,
cuentan los biógrafos que la primera vez que Ray pisó una escuela
lo hizo descalzo porque no tenían ni para zapatos.
Con un coeficiente intelectual apenas
por encima de la media, su carrera como ladrón fue tan desastrosa
que antes de matar a King había pasado ya la mitad de su vida en la
cárcel. Para lo único que Ray demostraba cierto talento era para
escapar. A lo largo de su vida, protagonizó varias fugas, algunas de
ellas tan espectaculares como la que realizó en 1977, cuando
consiguió escalar la pared de una prisión junto a otros seis
convictos.
James Earl Ray, que fue arrestado en
junio de 1968, por la muerte de Luther King, siguió defendiendo su inocencia y en 1997
consiguió que uno de los hijos del predicador se reuniera con él
Los medios, obsesionados con Martin
Luther King durante esos días, habían informado de su visita a
Memphis, e incluso se había detallado el hotel y la habitación
donde se alojaba . Ray solo tuvo que conseguir un arma y alquilar un
pequeño cuchitril enfrente del motel. El resto era lo que mejor se
le daba: volver a escapar. Para cuando la policía registró el lugar
del que procedió el único disparo, ya había puesto rumbo a Canadá.
El FBI se empleó a fondo para
encontrar a su asesino y según el escritor Hampton Sides, la
policía siguió cientos, incluso miles, de pistas hasta dar con el
responsable. Ray fue arrestado en junio de 1968 en el aeropuerto de
Londres.
Aunque en un primer momento se declaró
culpable, logrando así cambiar la pena de muerte por cadena
perpetua, solo tres días después de su sentencia Ray se retractó
de su confesión y aseguró que había sido forzado a confesar y que
un misterioso personaje llamado Raul le había embaucado para
conseguir el arma que luego se utilizó en el asesinato.
La familia de King nunca ha creído que
alguien como Ray pudiera por sí solo haber organizado el complot.
Siempre defendió la inocencia del asesino confeso y en 1999, en una
decisión sin precedentes, presentó una demanda civil contra el
dueño de un restaurante que aseguraba haber participado en una
conspiración para matar a King en la que estaban implicados el
Gobierno, la mafia y la policía local.
Finalmente, el jurado acabó
determinando que la muerte de King se debía a un complot en el que
habrían estado involucrados varios hombres, aunque nunca se juzgó a
ninguno de ellos.
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