Tal día como hoy 8 de junio del año
793: en Northumbria, los vikingos atacan la abadía de Lindisfarne,
hecho comúnmente aceptado como el inicio de la invasión escandinava
de Inglaterra.
El
ataque vikingo al monasterio de Lindisfarne, siempre ha sido
considerado como el momento inicial de la Era Vikinga. Se trataba de
un pequeño territorio insular perteneciente al reino de Northumbria,
en el norte del actual Reino Unido.
La expansión de los vikingos no puede
entenderse sin Inglaterra. No sabemos con certeza por qué aquellas
tierras fueron tan importantes para los vikingos. La cercanía y la
fuerte oleada de migración germana probablemente haya tenido mucho
que ver.
Pero sea como fuere, los contactos
vikingos con las Islas Británicas comenzaron mucho antes de aquel
ataque. Ya a principios del siglo VII, existe constancia de
incursiones vikingas en las islas Shetland, las Orcadas y las
Hébridas. Pero quizás el principal precedente lo encontramos a
finales del siglo VIII.
Los relatos narran que tres barcos
vikingos alcanzaron la bahía de Portland en el año 787. Según
relatan las crónicas de la época, aquello fue una expedición
comercial truncada que terminó en masacre.
Se cree que la facilidad que
encontraron en Portland les animó a afrontar los siguientes
desembarcos. A partir de entonces, los vikingos comenzaron a
colonizar y asentarse en el territorio británico. Con el tiempo
llegarían a gobernar, en vastas extensiones de Inglaterra.
El monasterio de Lindisfarne, fue
fundado por San Aidan en el año 651 d.C. Este monje irlandés llegó
a la isla en el 636 y su misión era evangelizar los territorios del
norte de Inglaterra. La ubicación del monasterio en aquella isla no
fue casual, ya que proporcionaba el recogimiento y el aislamiento que
los monjes andaban buscando.
Con el paso de los años, este
monasterio fue consolidándose como una de las bases de operaciones
más poderosas del cristianismo en las tierras del norte. Prueba de
ello fue el flujo constante de monjes, comprometidos con la
evangelización del territorio. Por otra parte, los famosos
Evangelios de Lindisfarne del siglo VIII salen de su escritorio.
Pero para poder valorar la tremenda
importancia de aquel enclave, cabe destacar la figura de San
Cutberto. Según las crónicas, este monje obró diversos milagros
durante el siglo VII. Los restos del santo reposaban en el monasterio
y eran una fuente de peregrinación. Las reliquias de San Cutberto
tuvieron que ser trasladados tras la invasión de los vikingos a la
Catedral de Durham.
Se tiene constancia de que el día 8
del mes de Junio del año 793, los vikingos alcanzaron la costa del
Lindisfarne. Los escandinavos saquearon tanto los poblados como el propio monasterio. No sólo profanaron los restos de San
Cutberto, sino que acabaron con la vida de todos los monjes que
encontraron. Según cuentan las crónicas anglosajonas, aquel año
cayeron “maldiciones funestas” sobre Northumbria: tempestades,
vendavales y rayos, que fueron seguidos de un periodo de gran
hambruna. Todo ello tuvo como colofón la invasión vikinga el 8 de
Junio.
El saqueo vikingo de Lindisfarne causó
una tremenda turbación para la cristiandad. Sumidos en guerras
internas, los reinos cristianos asistieron con pavor al inicio de la Era Vikinga. En los años posteriores, los ataques se
intensificarían.
Con el saqueo de Lindisfarne quedaba
inaugurada una nueva era en Europa, con las expediciones de estos
expertos marinos por todo el Atlántico y por el Mar Mediterráneo.
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