Tal día como hoy 28 de enero de 1986, en cabo Cañaveral - Florida -, el transbordador espacial Challenger explota poco después de su despegue, muriendo sus siete astronautas.
El transbordador Challenger, fue el segundo del programa de transbordadores espaciales, que entró en servicio en abril de 1983, completando nueve misiones antes de desintegrarse en su décima misión, el 28 de enero de 1986, causando la muerte a sus siete tripulantes a los 73 segundos de su lanzamiento.
El Challenger se desintegró, cuando una junta de su cohete impulsor derecho falló en su función de estanqueidad, debido principalmente a la sobre-compresión durante el montaje y que las bajas temperaturas agravaron aún más.
Esta anomalía, que fue advertida por los ingenieros de los fabricantes de las partes del impulsor, se advirtió a la NASA, pero por presión de la misma NASA los ingenieros cedieron y autorizaron el despegue.
El combustible para cohetes estaba enriquecido con aluminio, que le proporcionaba un mayor poder de empuje y probablemente la escoria de aluminio, selló la fisura de la junta retrasando la catástrofe.
La investigación llevada a cabo tras la trágico suceso, determinó que a los 58 segundos del despegue, el transbordador cruzó por una fuerte corriente de aire y esto abrió nuevamente la junta e hizo que una columna de fuego se escapase y quemase el tanque de combustible externo de forma que el hidrógeno líquido del tanque comenzase a arder, cortando las abrazaderas que lo mantenían y golpeando así el ala del Challenger, lo cual causó que este girase bruscamente y el transbordador quedase expuesto a fuerzas incontroladas.
El transbordador entonces, se vio envuelto en una gigantesca bola de fuego a los 73 segundos del despegue, desintegrándose casi en su totalidad, emergiendo intacta de la deflagración, solo la cabina.
Pero los siete tripulantes fallecieron al impactar la cabina contra el océano, tras una larga caída de casi tres minutos, desconociéndose las circunstancias finales de su muerte, y aunque la comisión investigadora del accidente determinó como “muy poco probable” que alguno de ellos estuviese consciente al momento del impacto, posteriormente salieron a la luz pública evidencias de que al menos cuatro de los tripulantes intentaron socorrerse mutuamente.
Aunque la cabina fue la única sección de la nave que logró sobrevivir a la terrible destrucción de la explosión, no pudo soportar el impacto final contra el océano, desintegrándose junto con sus ocupantes, tras una caída desde una altura de 15.240 metros, produciéndose así el fatal desenlace.
Este accidente, el más impactante del Programa del Transbordador Espacial, perjudicó seriamente la reputación de la NASA como agencia espacial y la propuesta de participación de civiles, promulgada por Ronald Reagan y echó por tierra, todas las estructuras administrativas y de seguridad, por lo que la NASA suspendió sus vuelos espaciales hasta 1988.
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