Poco antes, se había firmado un tratado de amistad, comercio y navegación, entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y la Gran Bretaña, mediante al cual se reconocía a lo que luego seria Argentina, como Nación independiente y a la vez se establecía una reciproca libertad de comercio, disminución de los derechos de importación y eximía de tasas portuarias a ambas partes, así como libertad de conciencia para los súbditos ingleses que residían en el territorio Argentino.
El tratado era absolutamente favorable a Gran Bretaña, que, como potencia marítima y comercial, podía enviar sus productos en un régimen muy beneficio a Argentina, mientras este país poco o nada se beneficiaba al carecer de escasa infraestructura para hacer lo mismo en Gran Bretaña, pues ni siquiera contaba con barcos para poder efectuar ese libre comercio.
El tratado fue además claramente pensado para los intereses ingleses, ya que “en caso de interrupción o rompimiento entre las dos partes contratantes los británicos y sus propiedades no estarán sujetas ni a embargo, ni a secuestro, ni a ninguna otra exacción”.
Pese al reconocimiento como Nación soberana de Argentina, los ingleses ocuparon el Puerto de Soledad, en las Islas Malvinas, por medio del Capitán John Onslow, territorio este que por el “Tratado de Tordesillas”, correspondía a España, y que al ser reconocida la independencia, pasaron a pertenecer a Argentina.
El momento era propicio y responde al tradicional modo de actuar británico, ya que durante el gobierno argentino de Manuel de Rosas, el ambiente político estuvo cargado de conflictos internos y aprovechando esta coyuntura, a finales de diciembre, llegó a las Malvinas la corbeta Clío, cuyo comandante, amparado en sus cañones, hizo desalojar a las fuerzas argentinas, inferiores en número y armamento, tomando posesión de las islas en nombre de “Su Graciosa Majestad Británica”.
El capitán de la corbeta inglesa, ordenó a las autoridades argentinas de la isla, arriar su bandera y evacuar dentro de un día de plazo y tomó Puerto Soledad, sin que pudiese impedirlo el pequeño buque argentino "Sarandí", mal armado y sin posibilitad de resistir.
Argentina protestó, ante el encargado de negocios de Gran Bretaña por un hecho "tan violento como descomedido, en medio de la más profunda paz y cuando la existencia de estrechas y amistosas relaciones entre ambos gobiernos... no daban lugar a que tan bruscamente quedase engañada la confianza en que descansaba la República Argentina" y el hecho fue tratado por la Sala de Representantes de Buenos Aires, en junio de 1833, todo con resultado negativo, pues los británicos jamás han obedecido a otra ley, que la de la fuerza.
Desde entonces, la Argentina reivindicó periódicamente sus derechos sobre las Malvinas, obteniendo respaldo internacional, pero no el consentimiento de Inglaterra, lo que conduciría más adelante al conflicto armado de 1982.
El origen de esta guerra, fue el intento Argentino de recuperar la soberanía de las islas, que Naciones Unidas consideran “territorios en litigio” y el saldo final del conflicto en vidas humanas, fue de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños.
La derrota en la contienda, precipitó la caída de la Junta Militar de Argentina y en el Reino Unido la victoria ayudó, a que el gobierno de Margaret Thatcher saliera reelegido.
Las Malvinas son tan británicas como lo es Gibraltar, en base - en ambos casos- al “Derecho de la Fuerza” al que, desde siempre, han sido muy aficionados los británicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario