Tal día como hoy 6 de enero del 951, abdica el rey Ramiro II de León, uno de los monarcas más fiero y guerrero de la Reconquista.
Ramiro, tercer hijo de Ordoño II, se ganó en pocos años la admiración de las “gentes de guerra”, como caudillo inteligente y atrevido, sumándose a su persona romances, coplas, leyendas y relatos populares, siendo llamado por los suyos "el Grande" y por sus enemigos musulmanes “el Diablo”, por su ferocidad y energía al luchar contra ellos, a los que derrotó en numerosas ocasiones.
A la muerte de su padre Ordoño II en 924, heredó el trono su hermano Fruela II, que murió de lepra al año, provocando un grave problema sucesorio que dividió el reino, obteniendo Ramiro un pequeño territorio del norte del actual Portugal, aunque en el 929, al morir su otro hermano Sancho, fue coronado rey de Galicia y en junio de 931, fue llamado por su segundo hermano Alfonso IV, para que se hiciese cargo del trono leonés, pues tras la muerte de su esposa, quería retirarse a un monasterio .
En noviembre de 931 - con Ramiro ya coronado rey de León - Alfonso IV se arrepintió de su renuncia al trono, trasladándose a León para recuperarlo, pero fue encarcelado por Ramiro y aunque los hijos de Fruela II “El leproso” se alzaron también contra él, en pocos días dominó la situación derrotándolos y, tras su captura, ordenó que les sacaran los ojos a todos, incluido a su hermano, confinándoles en el monasterio de Ruiforco de Torío, hasta su muerte.
Una vez afianzado en el trono, Ramiro conquistó a mediados de 932, la fortaleza de Margerit - actual Madrid - y en el verano del 933, el propio Califa se presentó con su ejército y según la crónica; “el rey salió contra ellos en un lugar llamado Osma matando a buena parte de ellos y haciendo muchos miles de prisioneros trájolos consigo y regresó a su ciudad con señalado triunfo”.
El verano de 934, otra “aceifa” musulmana marchó sobre Osma y continuó hacia Zaragoza, por lo que Ramiro conquistó esta fortaleza y esperó allí el regreso de la expedición, que marchaba por el mismo camino de entrada, y las crónicas dicen del choque: “Nuestro rey Ramiro les salió al encuentro en Osma y mató a muchos millares de ellos.”
Tres años después, Ramiro apoyó hábilmente al rey musulmán de Zaragoza, a quien el califa acusaba de culpable del desastre de Osma, consiguiendo la sumisión de esta ciudad, cuya perdida suscitó la airada reacción de Abderramán III - tantas veces humillado - que reunió a más de cien mil hombres por la “yihad”, a los que opuso Ramiro II una coalición navarra, leonesa y aragonesa, que aniquiló a los ejércitos del califa en agosto de 939, en la batalla de Simancas, una de las más destacadas de la historia de España; “y trajeron los cristianos muchas riquezas con las que medraron Galicia, Castilla y Álava, así como Pamplona y su rey García Sánchez".
En los últimos años de reinado, Ramiro tuvo que hacer frente al independentismo del conde castellano Fernán González, el cual fue encarcelado y luego liberado en el 945, no sin antes hacerle jurar fidelidad y obligarlo a renunciar a sus bienes, aunque este siguió proclamando su título condal y todo ello debilitó el reino leonés, lo que fue aprovechado por los mahometanos para lanzar varias expediciones de castigo.
En el 950 Ramiro II, partió hacia su última aventura en tierras del sur, realizando una expedición por el valle del Tajo, en la que derrotó una vez más a las tropas califales en Talavera de la Reina, matando según los cronistas “a 12.000 musulmanes y apresando otros 7.000, además de obtener un rico botín”.
Físicamente muy decaído, fue sustituido por su hijo, el futuro Ordoño III, y su último acto público fue su abdicación voluntaria en León, el día 6 de enero de 951, cuando debía tener unos 53 años, falleciendo ese mismo mes.
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