Tal día como hoy, 24 de enero de 1597, tiene lugar la “Batalla de Turnhout”durante la guerra de Flandes llamada de los Ochenta Años, con una victoria holandesa, sobre los españoles.
Desde 1568, en Flandes los Países Bajos luchaban contra España en la Guerra de los Ochenta Años, con la intención de conseguir independizarse de la Corona española, pero el monarca español Felipe II, había conseguido en 1597 una monarquía en unión dinástica, incluyendo a Portugal, por lo que se consideraba en la cima de su poder.
La ciudad de Turnhout, en Brabante, controlada por los españoles, no estaba amurallada pese a ser de gran importancia estratégica, teniendo confiada su defensa al general Jean de Rie de Varas, que guardaba la ciudad con una fuerza de aproximadamente 4.000 infantes y 300 de a caballo, para evitar el cobro de contribuciones de guerra, por parte de los rebeldes holandeses.
El 22 de enero de 1597, Mauricio de Nassau, lider de los holandeses, logró reunir un ejército de 6.800 hombres, incluyendo tropas inglesas enviadas por Isabel I de Inglaterra y mercenarios escoceses, ejército que acampó a muy poca distancia de Turnhout, viéndose sorprendido por la inesperada retirada de Varas, que abandonó la ciudad de noche, al creerse las noticias exageradas que sus espías de dieron, sobre magnitud de la fuerza enemiga.
Mauricio, viendo el campo libre ordenó seguir al ejército español hasta darle alcance, y mientras la caballería holandesa atacaban la retaguardia, otra parte lo hizo a la vanguardia española y la infantería, acosada por los mosqueteros mientras avanzaba en columna de marcha, perdió el ánimo y aunque trataron de formar una línea defensiva, su moral se quebró y se dispersaron tratando huir.
Durante la lucha murió el general Varas, que luchaba en la primera línea con los italianos, que tras ver la muerte de su jefe se desmoralizaron y, tras breve resistencia, se dispersaron.
Después de la victoria holandesa, Mauricio renunció a perseguir a los españoles, ocupando Turnhout, aunque en pocos días tuvo que abandonar la ciudad, ante la llegada de refuerzos españoles, básicamente formado por los temibles tercios y unidades de caballería, que unidos a los supervivientes de la batalla avanzaban contra él, por lo que prudentemente se retiró sin presentar batalla.
De acuerdo a las bárbaras costumbres militares de la época, tras devolver el cuerpo de Varas, se determinó la ejecución de los 500 prisioneros tomados en la batalla, si en 20 días no se hacía efectivo el pago de un rescate, aunque el general español, recaudó el dinero entre los habitantes de Brabante, evitando así la muerte de sus soldados.
La derrota española tuvo gran resonancia en la época, ya que por una parte, demostró la superioridad de la nueva caballería de coraceros, con media armadura y armados con pistola y espada, disparando sus armas solo en el momento del contacto y porque habían dispersado a un escuadrón de picas sin ayuda de la infantería, cosa inedia hasta entonces.
Pese a que la la batalla fue un episodio menor, en la Guerra de los Ochenta años, a partir de entonces, la mayoría de ejércitos abandonó el uso de lanceros y los españoles finalmente también, de forma que en 1603, las unidades de lanceros fueron definitivamente licenciadas en el ejército.
Mientras tanto, Felipe II continuaba postrado ante la divinidad, intentado saber en que la había ofendido, para que sus tropas no se viesen bendecidas siempre con la victoria.
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