Tal día como hoy 9 de enero de 1970, el joven de 18 años Mariano Ventura Rodríguez, que llevó a cabo el primer secuestro aéreo en España el día 7, presta declaración ante el juez.
Lo sucedido aquel día, tiene elementos más bien tragi-cómicos, pues el "pirata del aire" era un estudiante de Informática que en la noche de Reyes, había comprado una pistola de plástico con apariencia de una real en una juguetería de Madrid.
A las 20.15 horas del día siguiente 7 de enero, embarcó con este “arma” en el avión regular IB 032, Convair CV-440 de hélice, entre Madrid y Zaragoza, con 41 pasajeros y 4 tripulantes a bordo.
Cuando el avión se hallaban en el aire, Mariano con su arma de juguete, encañonó a una azafata y ambos se dirigieron a la cabina de mando. “Quiero ir a Cuba de inmediato y sin rechistar”, fueron sus palabras, mientras comunicaba al comandante que se trataba de "un secuestro".
Cuando le informan que no era imposible llegar a Cuba, dado el combustible que llevaba el avión, cambió su destino y pidió ir a Tirana, en Albania, a lo que se le contestó de idéntica forma y visiblemente alterado, amenaza con disparar sobre los pasajeros.
Sobre las 9 de la noche, sobrevolando ya el aeropuerto de Zaragoza, el comandante dio el aviso a la torre de control de lo que ocurría, pues el secuestrador quería aterrizar allí para repostar combustible y reemprender vuelo a Tirana, aunque la Autoridad Militar había ya ordenado la "operación bloqueo" e indicaba al piloto que debía ganar tiempo.
Una vez en tierra el aparato fue rodeado por coches policiales y otros vehículos y dos de las ruedas fueron desinfladas, mientras el mecánico del avión - desconectando varios fusibles - inventó una avería eléctrica que impedía seguir volando.
El anuncio de la policía al captor fue taxativo; se le exigía su entrega inmediata con una condena corta de cárcel o en caso de causar daños o victimas, sería fusilado, y en vista de su total imposibilidad de acción, el secuestrador se rindió.
El juicio tuvo dificultades jurídicas de calificación, ya que en la ley entonces vigente el secuestro solo se estimaba en tiempo de guerra; se había hecho sin armas y su autor carecía de ánimo de lucro, saldándose con una estancia en la cárcel de pocos años, tal como se le había prometido.
El caso del primer secuestro aéreo en nuestros país acabó bien, ya que por suerte para todos, se hizo “a la española”.
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