Tal día como hoy 28 de marzo de 1977, el aeropuerto de Tenerife continua cerrado, tras el choque el día anterior en la pista de despegue, de dos aviones Boeing 747, donde murieron 583 personas.
Ambos vuelos habían recibido instrucciones de desplazarse por la pista de aterrizaje en lugar de hacerlo por la de rodadura, debido a la congestión de aviones provocada por el desvío de vuelos desde el aeropuerto de Gran Canaria.
Por causa de la intensa niebla, los pilotos de un avión de KLM no pudieron ver a otro de Pam Am en frente y cuando ocurrió el impacto, el primero ya estaba en el aire volando a unos 250 km/hora.
Su parte frontal golpeó el techo del otro Boeing, arrancando la cubierta superior, tras lo cual los dos motores golpearon al avión de Pan Am matando a la mayoría de los pasajeros de la parte trasera de forma instantánea.
El avión holandés continuó en vuelo tras la colisión, estrellándose contra el suelo a unos 150 metros del lugar del choque, deslizándose por la pista unos 300 metros e incendiándose, muriendo calcinadas las 248 personas que llevaba a bordo.
El llamado “síndrome de la prisa” pudo afectar al piloto holandés, que inició su recorrido por la pista sin tener autorización para despegar, determinándose - a pesar de las reticencias holandesas - que esta fue la causa directa del accidente, lo que fue corroborado por las cajas negras de los aparatos.
La excesiva congestión del tráfico aéreo también influyó, obligando a la torre a tomar medidas potencialmente peligrosas, como utilizar para rodadura la pista de despegue.
Fue el accidente aéreo con mayor número de víctimas de la historia de la aviación y como consecuencia de él, se produjeron cambios en las regulación internacional, como la instalación en los aviones de sistemas de navegación automáticos para niebla.
La causa indirecta de este accidente, estuvo motivada por el inició de su actividad terrorista en el archipiélago canario, por parte del "Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario" -MPAIAC - , al estallar un explosivo en marzo de 1977, en la terminal del aeropuerto de Gran Canaria, hiriendo a siete personas y anunciando una nueva bomba que obligó a desviar los vuelos al aeropuerto de Tenerife.
La congestión aérea y la climatología, causó el mayor accidente aéreo de la historia, aunque Antonio Cubillo, líder del movimiento – asustado por el impacto mundial - negó la colocación de la bomba y achacó las muertes a los controladores y a la neblina reinante,
Pero el Tribunal Supremo, en sentencia de enero del 2014, ratificó que la catástrofe aérea ocurrida, fue consecuencia de la bomba colocada en el aeropuerto de Gran Canaria, por el MPAIAC y calificó a Cubillo de “terrorista”.
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