Tal día como hoy 12 de marzo de 1945, la armada imperial japonesa lanza ataques a gran escala de aviones “kamikaze”, contra los estadounidenses en el atolón Ulithi.
En de marzo de 1945 había 647 barcos anclados en Ulithi y con la llegada de las fuerzas anfibias para la invasión de Okinawa, el número de buques fondeados alcanzó un máximo de 722 .
En 1944, la rápida conquista inicial del Pacífico se desmorona como un castillo de naipes ante la superioridad de los aliados, capaces de fabricar barcos y aviones más avanzados, en cantidades abrumadoras y a una velocidad mayor.
Sin embargo, rendirse no es una opción y la idea de atacar “como las abejas, que aguijonean y mueren”, empieza a rondar las mentes del alto mando japones, sugerida, al parecer, por algunos pilotos, como el experimentado Motoharu Okamura.
El término "kamikaze" - viento divino - fue utilizado para referirse a los ataques suicidas efectuados por pilotos de una unidad especial de la Armada Japonesa, contra embarcaciones de los Aliados a finales de la Segunda Guerra Mundial.
Estos ataques pretendían detener el avance aliado, evitando que llegasen a las costas japonesas y para ello aviones tripulados cargados con bombas, impactaban deliberadamente contra los barcos para hundirlos o dañarlos, para que no pudieran presentar batalla.
La unidad se había creado por los japoneses, al ver estos inevitable la derrota del país, a menos que lograran cambiar la situación bélica, para lo cual estuvieron dispuestos a sacrificar sus vidas por el emperador y la patria.
El credo de los kamikaze derivaba, del código de conducta del guerrero japonés y se basaba en la espiritualidad del budismo, recibiendo adiestramiento sus voluntarios, solo para saber despegar y realizar el ataque.
Su mayor éxito era, tal vez, psicológico, pues luchar contra un enemigo que no valora su propia vida mina la moral de cualquiera y la experiencia resultaba aterradora para la tripulación de los barcos, sobre todo al principio, cuando la táctica era completamente inesperada.
Los kamikazes surgían de la nada, amparados por la niebla o por la luz crepuscular, que dificultaba su avistamiento. Volaban muy bajo para esquivar el fuego antiaéreo, o bien emergían de las nubes y se lanzaban en picado en un ángulo casi vertical.
Durante la lucha por las Filipinas, los japoneses emplearon unos 650
aviones en ataques suicidas, hundiendo 16 buques y dañando otros 150.
La noticia de los ataques suicidas no se hizo pública en EEUU hasta el 12 de abril – seis meses después de su comienzo – al objeto de evitar repercusiones en la opinión pública.
Hoy día el uso de esta palabra se ha extendido y se aplica sin mucho rigor a todo tipo de ataques suicidas, sin importar el método empleado, ni la finalidad perseguida.
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