Nerón Claudio César Augusto Germánico, fue el último emperador de la dinastía Julio-Claudia. Accedió al trono tras la muerte de su tío Claudio, que lo había adoptado y nombrado su sucesor. Su madre Agripina había convencido a Claudio para que lo adoptara y cuando después ella le asesinó, dejó el camino libre a Nerón que fue proclamado emperador por la guardia pretoriana con sólo 17 años.
Aunque Nerón se inició bajo la influencia del filósofo Séneca, en realidad era Agripina la verdadera dueña del poder, pero cuando esta conspiró con el hermanastro de Nerón para derrocarle, el emperador los hizo asesinar a ambos.
Su figura se asocia a la tiranía y la extravagancia, como lo evidencian estas ejecuciones de su propia madre y de su hermanastro y sobre todo por la creencia de que fue implacable perseguidor de los cristianos.
Tras la conjura para derrocarle dirigida por Pisón en el año 65 y como represalia, Nerón ordenó “suicidarse” - entre otros - a su maestro Séneca nacido en Córdoba, y su antiguo amigo Petronio.
Pocas fuentes antiguas lo describen de manera favorable, aunque lo cierto es que diplomática y militarmente, su reinado se caracterizó por el éxito contra el Imperio Parto, la represión de la revuelta de los británicos y unas mejores relaciones con Grecia.
En el año 68, se rebelaban contra él los gobernadores de las Galias, Hispania Citerior y Lusitania hallando eco en el Senado, que acabó por deponer al emperador.
Nerón se hizo matar por su secretario cuando iba a ser arrestado, dando paso a un tiempo de confusión en el que pugnaron por el poder cuatro emperadores; Galba, Vitelio, Otón y Vespasiano.
La decadencia del imperio era ya imparable...
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