Tal día como hoy 13 de junio del 964, se constata la existencia de las “Glosas Emilianenses”, en la biblioteca del Monasterio de Yuso de San Millán de la Cogolla, tradicionalmente considerada el primer escrito en castellano.
Las Glosas son anotaciones manuscritas a un códice en latín, realizadas en varias lenguas: entre ellas un romance hispánico.
La intención del monje copista era probablemente la de aclarar el significado de algunos pasajes del texto y la importancia filológica de estas glosas - que no fue advertida hasta el siglo XX – se debe a que se considera como el testimonio escrito más temprano del que se tenía noticia, que en forma arcaica, pero reconocible, se observaba el inicio del idioma español.
De estas Glosas hay más de mil en total, unas cien están en romance riojano precastellano, y poseen el interés añadido de incluir dos anotaciones en vasco, siendo éste uno de los primeros testimonios escritos conocidos, en dicha lengua.
El nombre se debe a que fueron compuestas en el Monasterio de San Millán de la Cogolla procede del latín Aemilianus, perteneciente a La Rioja y por aquel entonces parte del Reino de Navarra.
Su descubridor en 1911, Manuel Gómez-Moreno, estudiaba la arquitectura mozárabe del Monasterio de Suso, y al hallarlas, transcribió todas las glosas y las envió al historiador Ramón Menéndez Pidal, que valoró las mismas.
Dos años más tarde, en 1913, Gómez-Moreno publicó por primera vez la primera de las glosas:
“Cono aiutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore, qual dueno get ena honore, e qual duenno tienet ela mandatione cono Patre, cono Spiritu Sancto, enos sieculos de losieculos. Faca nos Deus omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen”.
San Millán de la Cogolla recibe a menudo el sobrenombre de “cuna del castellano” gracias a las glosas, aunque algunos autores sostienen que estas no están escritas propiamente en castellano antiguo, sino en navarro-aragonés en su variedad riojana.
Las glosas del códice, están escritas en realidad en tres lenguas: latín, romance riojano precastellano y euskera y más de cien anotaciones están escritas en castellano antiguo y junto a características específicamente riojanas, se encuentran rasgos de las diversas variedades dialectales hispanas: navarro, aragonés y mozárabe.
Algunos autores, como Menéndez Pidal, Lapesa y otros, han planteado que se trataba de una amalgama lingüística en la que se mezclaban diversos rasgos pertenecientes al castellano, aunque otros autores discrepan, atribuyéndole una génesis navarro-aragonesa, en una variante lingüística riojana.
San Millán, por su condición de “cuna del castellano”, ha sido referencia indiscutible a la hora de organizar actos y congresos sobre la lengua española, y cuenta con un centro de carácter internacional, apoyado por el Instituto Cervantes.
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