Tal día como hoy el 28 de junio de 1914 se produce el “Atentado de Sarajevo” que causó la muerte del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la Corona del Imperio austro-húngaro y su esposa.
Ambos acababan de visitar al emperador alemán Guillermo II de Prusia y llegaron a Sarajevo para presenciar el final de unas maniobras militares austriacas.
El atentado fue perpetrado por Gavrilo Princip, miembro de la facción terrorista “Mano Negra”, que contaba con el apoyo de militares serbios. La motivación política del asesinato era compatible con la ideología del movimiento que luego sería conocido como “Joven Bosnia”, el cual buscaba la unificación de todos los pueblos eslavos.
Hubo una primera tentativa por parte de otro terrorista, frustrada debido a que el propio archiduque arrojó la granada lejos del automóvil, mientras el convoy aceleró la marcha hacia el Palacio Municipal, a través de otra ruta.
Gavrilo que se había apostado en las inmediaciones, disparó con su pistola dos veces atravesando la arteria carótida de Francisco Fernando e hiriendo a su esposa gravemente en el abdomen, muriendo ambos dentro del vehículo.
El asesino trató de suicidarse con cianuro pero el veneno tan sólo le provocó fuertes vómitos, siendo detenido por la policía lo que impidió que fuera linchado por la multitud.
El atentado en lugar de ser manejado como un incidente diplomático entre Austria-Hungría y Serbia, fue magnificado y las fuerzas militares austriacas apremiaron al emperador Francisco José, a responder con un ataque de represalia contra Serbia, medida que fue respaldada por su aliada Alemania.
Pese a todo, aunque había tiempo suficiente para evitar que el incendio se propagara, los gobiernos decidieron de otro modo y un mes después comenzó la Primera Guerra Mundial.
Este tipo de hechos, se pueden considerar: El resultado de la forma de desoír las necesidades de los pueblos por parte del mandamás. Por otra parte, existen los aspirantes egoístas de los cabecillas de los grupos con deseos de ser ellos los que mangoneen a los pueblos.
ResponderEliminarEn el momento en que se declaraban la guerra unos países a otros, al saberse, las masas salían eufóricas a las plazas principales de todas las capitales europeas para mostrar su patriotismo. A las pocas semanas eran carne de cañón y se pudrían en las trincheras. Los mandamases decidían pero el pueblo era ciego.
ResponderEliminarHasta la socialdemocracia de cada país decidió aparcar los conflictos laborales y sociales por la unión patriótica. Los auténticos socialistas no daban crédito a tanto absurdo y frustración, proletarios contra proletarios para enriquecer al capitalismo y el imperialismo.