Tal día como hoy 24 de junio de 1935, en un accidente, en el aeropuerto Las Playas, de Medellín -Colombia-, chocan dos aviones en la pista, y fallece el cantante de tangos Carlos Gardel.
Charles Romualdo Gardès, fue cantante, compositor y actor argentino de origen francés o tal vez uruguayo; según esta segunda hipótesis, habría nacido en 1887 en Tacuarembó y la identificación de Gardel con el tango como suele suceder con las figuras de tanta popularidad, está teñida de leyendas, y su fama póstuma apenas ha menguado con el paso de las décadas, pues durante años fue habitual ver cómo mucha gente peregrinaba hasta su tumba para pedirle salud y trabajo.
Tuvo esa infancia castigada por la adversidad y su madre, nunca llegó a saber con exactitud quién era el padre de aquel hijo bautizado con el nombre de Charles Romualdo que más tarde, en los suburbios de Buenos Aires, se convertirá pronto en Carlitos, un muchacho despierto e irascible cuya única ansia era ganar montañas de dinero.
Con dieciocho años ya deja oír su voz en esquinas, reuniones familiares y garitos y se esfuerza por imitar a los adinerados acicalándose con un esmero narcisista y casi femenino.
Sus aptitudes lo inclinan hacia el tango canción, escasamente cultivado hasta ese momento, que se bailaba de forma procaz en las fiestas populares de Buenos Aires, para convertirlo en un lamento cantado, una música nostálgica y desgarrada que Gardel estaba destinado a dar a conocer en todo el mundo y fue a raíz de una apoteósica actuación en el teatro Esmeralda de Buenos Aires, en 1917, cuando el tango de Carlos Gardel caló hondo en el público porteño y le dio una fulminante celebridad.
Si grande fue el éxito de Gardel en París, no lo fue menos en 1925 en el teatro Apolo de Madrid y en el teatro Goya de Barcelona y tal fue el recibimiento y cariño que el público le brindó esta ciudad al "zorzal criollo",que hizo de ella su centro para sus giras europeas,
Su forma de cantar los pequeños dramas de sus tangos va a significar una revolución y nadie es capaz de imitarlo y su figura mezcla de pícaro y castigador siempre bien vestido y repeinado, se convierte en un modelo de triunfador, un mito admirado por los hombres y adorado por las mujeres.
En 1934, después de haberse paseado por escenarios de Europa y Estados Unidos, Gardel inició una gira por Hispanoamérica donde los teatros lo continuarían aclamando hasta después de su muerte.
El 24 de junio de 1935, cuando se encontraba en la cúspide de su fama, el cantor murió en un accidente de aviación nunca aclarado, para los millones de apasionados que en todo el mundo lloraron la muerte de su ídolo, cuando el avión recorrió la pista, pero apenas despegado se precipitó a tierra, chocando con otro avión que esperaba en la cabecera de la pista.
Un velo de misterio rodeó el suceso y corrieron muchos rumores sobre su muerte, pero según el testimonio de los dos únicos pasajeros que lograron salvarse de los que viajaban, la verdadera causa del accidente parece haber sido el fuerte viento reinante.
A la confusión, se sumaría después la leyenda de un cantor encapuchado cuya voz sorprendía por su parecido con la de Gardel que muchos afirmaron era el ídolo que se había salvado, pero no quería mostrar su rostro totalmente desfigurado.
Pero es su espíritu lo que cuenta, pues un mar de melancólicos lo lloró entonces y siguió lamentando la pérdida de la voz más triste y cálida que el tango ha dado nunca.
Las amargas pasadas, que suele tener en ocasiones la historia, en la vida de algunas personas. Se suele decir: que al nacer ya traemos trazado un camino a recorrer y ninguno es igual, aunque puedan parecerse. El de Carlos Gardel, fue el que fue y nadie supo evitarlo.
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