Tal día como hoy 3 de junio de 1966 en China, Mao Zedong comienza la “Revolución cultural”.
Cuando en octubre de 1949, Mao proclamó la República Popular China, su gobierno se caracterizó por intensas campañas ideológicas, sobre el marxismo-leninismo basadas en las peculiaridades de la sociedad china y otorgando un papel central al campesinado, en lugar del proletariado…
El “Gran Salto Adelante” consistió en una serie de medidas durante los años 50 para aprovechar el enorme caudal humano y aumentar la producción agrícola e industrializar el país sin maquinaria, sino mediante el trabajo en masa y la creación de un millón de hornos de alta fundición de acero.
Estas medidas, cuyas víctimas fueron los campesinos, resultaron un fracaso pues las malas cosechas y a las catástrofes naturales, provocaron la muerte de más de diez millones de personas y el acero resultante fue inservible, pues era una mezcla de diferentes materiales.
Este descalabro forzó la salida de Mao de Pekín, pero una vez en Shangay no se resignó a perder el poder, por lo que desde allí, comenzó a hacer un llamamiento a la resistencia frente a la burguesía preparando su retorno.
En 1865 ya se hablaba de la Revolución Cultural, cuyas víctimas eran intelectuales y dirigentes del país, pues la campaña ideológica alentaba al ejército y a los jóvenes a condenar “actos revisionistas” según las ideas de Mao, creándose los “Guardias Rojos”, grupos de estudiantes y jóvenes que representaban al hombre nuevo sin perjuicios burgueses, con facultades para utilizar las medidas que creyeran oportunas contra quien expresara cualquier cosa que no fuera la ideología de Mao, lo que tendría consecuencias nefastas para la cultura china, pues destruyeron obras de arte, bibliotecas y templos.
La Revolución Cultural pretendía combatir al mismo tiempo las tendencias "oportunistas" y las tendencias "capitalistas" espontáneas de la población.
Sin embargo, hasta 1966 el resultado de este proceso no dio lugar a “purgas masivas”, en cambio, en esta fecha, ser inició una "guerra de exterminio" y la depuración llegó a la mitad de la población, aunque la jerarquía del partido seguía siendo la misma y Mao y Chu En Lai ocupaban los puestos principales.
Los Guardias Rojos publicaban carteles, se manifestaban diariamente e incluso cerraron las universidades y colegios para que los alumnos se unieran a las manifestaciones provocando que una generación entera de jóvenes no tuviera ninguna educación salvo los lemas revolucionarios.
Este enorme lavado de cerebro, además de la fidelidad ideológica de los soldados a Mao, se recopiló en un libro con sus discursos más importantes, el “Libro Rojo de Mao”, instrumento de adoctrinamiento de la población y consiguieron que Mao volviese a tomar el poder absoluto en Pekín.
En 1976, ya fallecido Mao, se produjo la detención de la denominada "Banda de los Cuatro" y personajes purgados durante la revolución cultural asumieron el poder e intentaron articular medidas alternativas.
El Partido comunista chino pretendía mantenerse por un camino distinto al de Mao, el hombre que para continuar con su poder de manera despótica, había desencadenado la revolución cultural china.
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