viernes, 27 de diciembre de 2024

La boda secreta de la Reina María Cristina de Borbón, con un guardia de Corps

Tal día como hoy, 28 de diciembre de 1833, la Reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y el guardia de corps Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, contraían matrimonio de forma secreta, en la real quinta de Quitapesares, muy cerca del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso.

Precisamente, en un viaje a La Granja de San Ildefonso, con el Rey Fernando VII ya fallecido, fue como ambos empezaron a enamorarse. A la Reina María Cristina, se le reventó una vena pequeña de la nariz, mientras iba en su carruaje y el oficial de los guardias de corps, que iba al mando de la escolta, Fernando Muñoz y Sánchez, se dio cuenta de lo ocurrido y le ofreció un pañuelo, para parar la hemorragia.

Nada más devolvérselo, la Reina María Cristina de Borbón y agradecerle, aquel guardia real, besó el pañuelo y se lo guardó en el lado del corazón, gesto a partir del cual la Reina María Cristina,comenzaría a enamorarse, declarando su amor el 18 de diciembre de 1833, en la real quinta de Quitapesares.

El problema era, que la Reina María Cristina era católica practicante y, para ella, era indispensable casarse, para mantener relaciones sexuales, con el hijo de un estanquero de Cuenca, algo que no podía hacer en público, ya que de casarse dejaría de ser Reina Regente y su hija, Isabel II, todavía menor de edad, perdería sus posibilidades de ocupar algún día el trono de España, trono que se encontraba en disputa, con su cuñado Carlos María de Isidro de Borbón.

Por ello, la Reina María Cristina, decidió contraer matrimonio en secreto el 28 de diciembre de 1833 con Agustín Fernando Muñoz, ante un sacerdote y en presencia de dos testigos de confianza.

No fue un secreto fácil de guardar. Pronto surgieron rumores y Agustín Fernando Muñoz, comenzó a ser llamado "Fernando VIII". Sin embargo, en 1836, las sospechas fueron confirmadas, cuando el destituido presidente del Gobierno, el radical Juan Álvarez Mendizabal, se alzó en armas contra la regente, el 12 de agosto de 1836 en La Granja de San Ildefonso, para exigir la restitución de la Constitución Española, de 1812 y la cesión del Gobierno.

La Reina María Cristina resistió con firmeza a las demanda, hasta que Mendizabal cogió a su esposo y amenazó con asesinarlo ante sus ojos, de no aceptar sus pretensiones, algo que finalmente no hizo.

María Cristina de Borbón, se mantuvo como Reina regente, pero solo hasta 1839, año en el que el general Baldomero Espartero, tras vencer a los carlistas, le chantajeó con hacer público su enlace, tras obtener una copia de su matrimonio secreto con Agustín Fernando Muñoz, de no renunciar a la regencia.

María Cristina de Borbón, renunció y puso rumbo a París junto a Agustín Fernando Muñoz, mientras que el general Baldomero Espartero, se encargó de la regencia y, a pesar de que la Reina había cumplido, Espartero hizo público poco después el matrimonio secreto, de la Reina María Cristina, con el fin de mantenerse en el poder.

María Cristina de Borbón movió todas sus influencias, para que su matrimonio secreto fuese reconocido, incluso apeló al directamente al Papa. Finalmente lo consiguió, llegando a celebrar un nuevo matrimonio, con el consentimiento de su hija Isabel II, el 12 de octubre de 1844. El matrimonio duró 40 años y tuvo ocho hijos.

Desde entonces, María Cristina de Borbón y Agustín Fernando Muñoz llevaron una vida de pareja, en el palacio de Malmaison, aunque nunca fueron un matrimonio como habían pensado, pues la Iglesia no reconoció la boda secreta, al no contar con el permiso de cada uno de sus párrocos, al celebrarse fuera de las parroquias, a las que pertenecían.

El matrimonio entre María Cristina de Borbón y el ex guardia de Corps, Fernando Muñoz, duraría cuarenta años.

Durante el reinado de su hija, Isabel II, Fernando Muñoz, Junto a María Cristina, volvieron a España y crearon empresas, con las que consiguieron una gran fortuna, así como múltiples negocios más - muchos de ellos ilegales - como el tráfico de esclavos con Cuba, entonces prohibido, por los que finalmente hubieron de exiliarse de nuevo.

¡Sin duda  esta boda fue una buena inocentada para los españoles...!. Este país, desde antiguo, no ha tenido nunca remedio, ni arreglo...

Su epitafio histórico dice que fueron un matrimonio feliz.

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