A comienzos de junio, Dupont partió de Madrid para someter Andalucía, acosado continuamente por bandoleros, cruzaron poblaciones hostiles como Valdepeñas, que se levantó en armas el día 6, haciendo retroceder hasta Toledo a buena parte de su tropa.
Por su parte, Castaños se reunió con los mandos españoles en Porcuna para decidir la estrategia a seguir y desplazó su ejército de día y de noche, cambiando constantemente de dirección, de manera que las tropas francesas no pudiesen estar seguras de sus intenciones, mientras él se mantenía al corriente de los movimientos franceses gracias a los paisanos.
Dupont, no se atrevió a plantear una batalla a Castaños y prefirió retroceder, buscando enlazar con las otras tropas francesas que venían en su ayuda, pero al dirigirse con esa intención a Bailén el 18 de julio, se encontró con Castaños que en esos momentos salía de la ciudad, y allí mismo se entabló la batalla.
Los franceses colocaron su artillería de campaña - inferior a las piezas españolas - que apenas causó daño alguno, mientras que gran parte de sus piezas son desbaratadas. Dupont no puede esperar a que Castaños le sorprenda por retaguardia, así que decide atacar aun estando en minoría, con el objetivo de romper el centro español.
El desenlace final viene cuando el intenso calor apretaba, el cansancio se hacía pesado y el monte bajo estaba incendiado. La falta de agua para los franceses incrementaba su baja moral y el apoyo popular de los bailenenses a las tropas españolas fue importante.
Dupont decide un avance general contra el centro español que fue frenado por una lluvia de artillera y fuego de fusilería y la situación de Dupont es desesperada. Piensa en un último esfuerzo reuniendo a todas las tropas supervivientes y se coloca al frente con sus generales, lanzándose al ataque contra el centro, al descubierto Ante las ingentes descargas españolas sus líneas se deshacen, las bajas crecen, se detienen y comienzan a huir en retirada.
El hecho de que el enfrentamiento tuviese lugar a las mismas puertas de Bailén pudo ser decisivo para la victoria pues la población local apoyó en todo cuanto pudo a sus tropas. La ayuda más importante fue el suministro de agua para los soldados, en un día que los cronistas señalan como "especialmente caluroso".
La Medalla de distinción de Bailén, instituida por Decreto de la Junta Suprema de Sevilla el 11 de agosto de 1808, fue otorgada a todos los componentes del ejército que participaron en la batalla.
La derrota del general Dupont tuvo graves consecuencias para el esfuerzo de guerra francés pues forzó al rey José I Bonaparte a abandonar Madrid, además de poner en duda la invencibilidad de los franceses, mientras Napoleón tuvo que acudir a la península con un nuevo y numeroso ejército para consolidar su dominio.
Todos los años, desde hace más de cien, Bailén conmemora la victoria del ejército español en las mismas fechas de julio, contando con la asistencia de tropas y de autoridades civiles y militares.
Los prisioneros franceses de la batalla acabaron con sus huesos brillando al sol del Mediterraneo en la isla de Cabrera. Interesante epílogo.
ResponderEliminarLa historia es la historia y jamás se debe negar: Aunque pueda haber quienes quieran lo contrario.
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