Tras la proclamación de la II República, Castillo se declaró socialista y sufrió condena por su actuación durante la Revolución de 1934, pues se negó a reprimir a los obreros sublevados y una vez concluida en 1935, y ante el cariz de los acontecimientos, adoptó una actitud decidida en defensa de sus ideales de izquierda.
Tras el triunfo del Frente Popular en 1936, pasó a la Guardia de Asalto y en este tiempo se producen continuos y violentos enfrentamientos entre militantes de izquierda y de derecha, especialmente falangistas y carlistas, así como una ola de atentados contra los militares de la Unión Militar Republicana Antifascista.
Uno de estos incidentes tiene lugar el 14 de abril, en el que resulta muerto el alférez De los Reyes, de la Guardia Civil y en la represión subsiguiente muere, por disparos de uno de los hombres de la sección de Castillo, un primo del fundador de la Falange José Antonio Primo de Rivera.
Desde este día, Castillo se convirtió en objetivo de las milicias derechistas, las amenazas menudean y sus superiores le proponen trasladarle fuera de Madrid, cosa que él no acepta, sufriendo dos intentos de asesinato y las milicias de las Juventudes Socialistas lo escoltan sin que él lo sepa.
El 12 de julio, tras asistir a los toros, es advertido de que esa noche se va a atentar contra su vida, pero Castillo, decide incorporarse a su puesto como cada día y a las diez de la noche, cuando dobla la esquina para encaminarse al cuartel, cuatro pistoleros de extrema derecha pertenecientes al Tercio de requetés de Madrid, o falangistas según otros autores, le disparan sin darle tiempo a sacar su arma reglamentaria, siendo trasladado a una casa de socorro cercana donde ingresa cadáver.
El teniente Castillo, posiblemente, habría sido uno más de los militares asesinados por pistoleros de la derecha de no ser por los acontecimientos que siguieron al conocimiento de su muerte. Su asesinato motivará, en venganza, el secuestro y asesinato por algunos de sus compañeros de uno de los políticos más señalados de la época, José Calvo Sotelo, líder de la conservadora y monárquica Renovación Española.
La tesis más aceptada es que los compañeros de Del Castillo, era matar al jefe de la CEDA José María Gil-Robles, pero al no encontrar a este en su domicilio se encaminaron al de José Calvo Sotelo - líder de Renovación Española - al que se llevaron de su domicilio, con una orden de detención falsa, y tras dispararle dos tiros dentro del coche en el que iban, dejaron su cadáver en el depósito del cementerio del Este.
Los militares que dieron cuatro días después el golpe de Estado con la sublevación en Melilla del ejército de África, comenzando la Guerra Civil Española, reiteraron con frecuencia desde el final de la contienda que se habían rebelado a raíz de este crimen.
Pese a que es sabido, que durante muchos meses antes de que se produjera el asesinato ya se habían iniciado gestiones y concertado la sedición, incluyendo algunos como el puente aéreo, el primero de la historia, con el que aviones de la Luftwaffe alemana trasladaron a la península a las fuerzas rebeldes.
La primavera violenta de 1.936, que desembocó en el fracasado golpe de Estado del 18 de julio y la larga y trágica guerra civil, ha sido relatada desde muy diversos puntos de vista, frecuentemente sesgada según los intereses ideológicos o partidistas del relator.
ResponderEliminarEs comúnmente aceptado que la conspiración golpista era un secreto a voces, por lo menos para el Gobierno, desde las elecciones de febrero y autores (Stanley Paine, entre otros) sostienen que las autoridades, desbordadas por la marea revolucionaria, no pudieron o no quisieron tomar medidas adecuadas para desactivar la espiral de violencia, tal vez confiando en que una vez producido, sería sofocado sin gran dificultad -como sucedió en 1.932 con el intento del General republicano Sanjurjo- y saldría reforzada la autoridad del Gobierno del Frente Popular.
Al hilo de esta opinión, el hecho de intentar asesinar a Gil Robles, Presidente y diputado de la CEDA o Calvo Sotelo, Presidente y diputado del Bloque Nacional, se presenta como la provocación definitiva, habida cuenta de que, si el asesinato del teniente Castillo fue realizado por falangistas o requetés, según todas las evidencias y manifestaciones de los medios de comunicación,
poco sentido tendría dirigir las represalias contra los representantes de unos partidos que nada tenían que ver con los de los autores del crimen, si acaso la proximidad física en los escaños parlamentarios, y cuya separación ideológica y actuación política era patente y manifiesta en las declaraciones públicas de estas formaciones.