miércoles, 13 de julio de 2016

El eterno retorno

 


Hace ya muchos años, al estudiar historia de la filosofía, aprendí que los pensadores medievales consideraban que la vida era cíclica y que estábamos condenados a repetir en el tiempo– en un círculo infinito - nuestras experiencias y vivencias de una manera regular y continuada.
   
Lo cierto es que la teoría del “eterno retorno” entendía el tiempo de una forma lineal, con un principio y un fin y luego un nuevo comenzar.

Nietzsche fue más allá y sostuvo en su planteamiento filosófico, que no solo es el tiempo el que se repite, sino que también lo hacen las costumbres los sentimientos y las ideas, en una rueda infinita, monótona e inacabable.
   
Pero no quiero entrar en complejas teorías filosóficas, cuyo análisis no creo que sea objeto de este escrito, sino que mi pretensión es mucho más humilde, pues lo que quiero es examinar a través de la reciente historia, los episodios de eterno retorno que nuestra sociedad experimenta, en donde han cambiado las formas, pero persiste - por diversas causas – siempre el fondo.
   
Aún tengo frescas en mi memoria, las imágenes de aquellos españoles que en los años sesenta, ante la falsa propaganda de un régimen que no era capaz de atender sus expectativas, tenían que emigrar a Alemania. Iban con boinas, pantalones de pana y maletas de cartón, muchas atadas con cuerdas, para que no reventasen por la presión de las cosas que llevaban en su interior.
   
Estábamos en la época del “milagro español” y sin embargo los que vivían en nuestra tierra, habían de marchar forzados, porque las posibilidades que tenían aquí eran escasas o nulas.
   
Ha pasado el tiempo a ahora – tras años de democracia - las nuevas generaciones de españoles son llamadas de nuevo por la floreciente Alemania, para ocupar puestos en sus fábricas, sus empresas o el sector de sus servicios.
   
Lo que más me sorprende - si algo puede ya sorprenderme - es que nuestros gobernantes en su día tildaron de “fracasados” a los de allí, y mientras aquellos - de fracaso en fracaso - han llevado de nuevo a Alemania a liderar Europa, nosotros - de éxito en éxito - tenemos cerca de cuatro millones y de parados, y hemos estado en riesgo de intervención financiera.
   
¿Quién se acuerda ahora de las infantiles promesas de nuestros líderes, de que en el 2010, nuestra renta per cápita superaría de largo a la alemana..?
   
Una vez más, la fábula de la cigarra y la hormiga ha adquirido plena vigencia, pero aquí la cigarra no es el ciudadano español, sino que por el contrario, las autoridades germanas, han manifestado querer contratar en primer lugar, a trabajadores de nuestro país, porque los consideran los mejor preparados.
   
Nuestra enorme paradoja, es que tenemos preparación pero carecemos de políticos capaces de hacer otra cosa que no sea dilapidar, engañar con falsas promesas y confundirnos con trucos de trileros, escudando su total incapacidad en la existencia de una pavorosa crisis económica mundial que nos atenaza a todos...
   
Pero – si no estoy equivocado - Alemania también se encuentra en el mundo, y sin embargo - como por arte de magia - ha sabido salir de esa terrible crisis, tener un crecimiento positivo, una de las tasas de desempleo más bajas de su historia, y propiciar con su dinero el rescate de los países europeos más incompetentes, en cuyo entorno nos encontramos.
   
Ahora se llevan - como es natural- a los mejores, claro, y aquí quedan los inútiles y los inevitables y siempre necesarios “palmeros”, para apoyar incondicionalmente a las medianías y mediocreidades políticas que le dan de comer.
   
A nuestra escala, el eterno retorno vuelve otra vez a producirse.
   
Ahora no vamos a Alemania con boina, ni trajes de pana, ni maleta de cartón atadas con cuerdas. Ahora lo hacemos con ordenadores portátiles, teléfonos móviles y trajes de confección, aunque hoy igual que ayer y casi por los mismos motivos, – para poder vivir - seguimos teniendo que irnos a trabajar a Alemania...

J.M. Hidalgo (Reflexiones ante la realidad)

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