jueves, 28 de julio de 2016

El sexo débil

 

De siempre he creído – contra lo que en general se opina - que el sexo débil es  el masculino, y me lo reafirmó hace años un biólogo amigo, el cual me sorprendió con una confidencia, inicio del convencimiento de lo que ahora te cuento.

Él - que es varón - me confesó con cierto sonrojo que “En biología, es hombre todo aquello que no ha logrado ser mujer”, para continuar con razonamientos, que venían a demostrar que la naturaleza – en su saber - elige entre las opciones, aquella con mayores posibilidades de éxito, y esa es – según decía – la femenina. Así, el varón, no es sino una especie de subproducto o premio de consolación, al no haber logrado la madre naturaleza, su objetivo prioritario.

Aunque habrá quien cuestione tal afirmación, en mi opinión, la mujer – en general - con relación al hombre, es más longeva, se adapta antes a la soledad y resiste mejor el dolor que este.

Aún recuerdo - en lecturas de adolescencia - la impresión que me produjo la historia del una madre de la antigua Esparta que, tras la batalla, indagó del mensajero si los suyos habían vencido.

Cuando este compungido, le advirtió que sus dos hijos habían perecido en la lucha, la mujer exclamó -¿Acaso te he preguntado yo por mis hijos...?, -Dime, ¿hemos vencido…? Y tras la respuesta afirmativa acabó diciendo “Pues entonces, corramos a dar gracias a los dioses…”

Pero, ha pasado el tiempo, y – sin llegar a tales extremos - continúo sorprendiéndome, con las noticias que ya en el siglo XXI, siguen protagonizando las mujeres.

Hace no mucho, dos soldados de nuestros invictos tercios afganos - varones ambos – recibieron la orden de trasladar un camión por territorio enemigo – si es que allí hay algún territorio amigo - y ellos se negaron a hacerlo, pretextando carecer de dispositivos de seguridad en el vehículo.

Lo primero que me sorprendió, fue el hecho de que, quien voluntariamente ha optado por una profesión cuya característica esencial es el riesgo, alegue tal circunstancia como excusa cuando este se produce, aunque – por otra parte - esto no sea sino una evidencia más, del desconcierto en el que el actual ser humano vive.

Pero lo que me hizo ratificarme en lo que aquí digo, fue que de las filas surgieran de inmediato dos soldados – mujeres ellas – que se ofrecieron voluntarias para llevar el vehículo allá donde fuese preciso, dejando – al instante - hecho unos zorros, al presuntuoso macho de la especie.

Y lo que acaba por cerrar el círculo sobre la prevalencia hembra- macho, es la noticia de que unos investigadores – ignoro si hombres o mujeres – lograron hace unos meses con células madre de ratón, crear esperma artificial de esta especie, que pese a su artificialidad, hizo que una hembra ratona alumbrase una camada de siete traviesos roedores.

Y hace tan solo unos días, otros científicos - o los mismos- han logrado idéntico resultado con esperma humano, con el que - una vez amaine la polvera ético-religiosa que el hecho ha suscitado - podrán traerse al mundo sin necesidad alguna de varón, niños y niñas a destajo.

Días atrás, una buena amiga, propuesta para ocupar un alto cargo - de normal regentado por hombres - me confesó irónica tras agradecer la felicitación:

“En la vida hay hombres porque tiene que haber de todo...
– y luego agregó sarcástica - Aunque esto me guardaré de decirlo, pues el tribunal que ha de hacer la selección es exclusivamente masculino”

No me gusta ser agorero, pero pronostico un negro futuro para los donjuanescos miembros de nuestra especie, porque salvo que encuentren a alguna hembra nostálgica del procedimiento tradicional para hacer niños, su destino y el del resto de machos será a la larga, y de no despabilar, el mismo que el de los zánganos en las colmenas cuando hay muchos…

J.M. Hidalgo (Reflexionando sobre el futuro)

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