miércoles, 27 de julio de 2016

El cautiverio judío en Babilonia

Tal día como hoy 27 de julio del 587 a. C. tiene lugar la destrucción de Jerusalén por los ejércitos babilonios, iniciándose el cautiverio judío que durará hasta el 538 a. C.

Jerusalén, capital de Judá, había resistido durante años los ataques de sus vecinos, hasta el año 587 a. C. que fue conquistada y arrasada por el rey Nabucodonosor II.

El reino de Judá pasó a ser una provincia del Imperio Babilónico y la mayoría de su clase dirigente enviada al destierro, terminando con la independencia de los hebreos y el fastuoso templo de Salomón, - orgullo de los hebreos - que fue arrasado.

El cautiverio de Babilonia no fue sin embargo el destierro total del pueblo, sino que al parecer este traslado sólo afectó a las clases altas, pues los caldeos temían que pudiese resurgir un poder fuerte, y para eso, trasladaron a la clase dirigente capaz de liderar una revuelta.

Como defensa psicológica ante el cautiverio, los judíos evolucionaron desde su antigua religión nacionalista al moderno judaísmo, iniciándose las primeras teorías mesiánicas y dando cuerpo a la idea de que Yahveh los estaba poniendo a prueba, para después producir un milagroso cambio que traería consigo el final de los tiempos y el reino judío sobre la Tierra.

Parece ser que un grupo importantes de hebreos prosperó en Babilonia, según reflejan textos bíblicos que los muestran en altas posiciones de confianza de los caldeos.

Cuando Ciro el Grande conquistó el imperio caldeo en 538 a.C. los autorizó a regresar a la tierra de Israel, pero una importante comunidad judía se quedó en Babilonia hasta bien entrada la Era Cristiana.

Ciro dio a Jerusalém un estatuto semiautónomo, probablemente para tener un estado que le sirviera de parapeto contra el, por entonces, creciente poder de Egipto.

El Templo de Jerusalém fue reconstruido y los hebreos consiguieron mantener un estado casi independiente hasta la época del Imperio romano, en el cual fueron dispersados definitivamente.

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