Durante el siglo XIX se habían ido perfilando en Estados Unidos dos tipos de economías. Los estados del norte industrializados con industrias textiles y manufactureras y por ello sus intereses pretendían mantener una política aduanera proteccionista en defensa de la industria europea, que generaba unos productos de calidad superior.
En los estados del sur gobernaban terratenientes, que utilizaba como mano de obra esclavos negros y sus intereses eran exactamente los contrarios, es decir, defendían el librecambismo, pues su economía se basaba casi exclusivamente en el comercio del algodón, que con los esclavos se producía a bajo coste, aunque dependía de las condiciones del mercado pues la mayor parte de su producción se vendía al exterior, sobre todo a los británicos.
Lincoln no apoyaba abolir la esclavitud en los estados en los que ya existía, pero se opuso a que se instaurase en aquellos otros en los que no estaba autorizada, tal como expresó en un discurso antiesclavista que pronunció en Illinois en 1854.
El Partido Republicano era abolicionista y Lincoln, se había manifestado como uno de los más firmes antiesclavistas; por lo que su elección como presidente no podía sino desencadenar la reacción de los estados sureños y, antes de que tomara de manera oficial la presidencia, el estado de Carolina del Sur decidió salir de la Unión y muy pronto otros diez estados mas se declararon independientes.
Lincoln denegó el derecho a abandonar la Unión, pero intentó evitar un conflicto armado y restaurar la unidad, formando un gobierno de coalición con los sudistas, sin embargo los estados del sur iniciaron las hostilidades al atacar el 12 de abril de 1861 Fort Sumter, un enclave federal que defendía la entrada del puerto de Charleston.
En el curso de su presidencia, Lincoln introdujo medidas que abolieron la esclavitud en todo el territorio de la Unión y durante la Guerra de Secesión, realizó la supervisión personal de los generales y oficiales superiores del ejército.
Al finalizar el conflicto, planeó la reconstrucción del país, a través de una generosa política de reconciliación, que no pudo llevar a cabo porque murió a los cinco días de acabar la guerra, siendo el suyo el primer magnicidio en Estados Unidos.
El asesino del presidente, al cometer el crimen gritó: “¡Sic semper tyrannis!” (Así siempre a los tiranos), frase falsamente atribuida a Bruto, con ocasión del asesinato de Julio Cesar, mientras otros afirman que dijo “ El Sur está vengado” .
Se cuenta a propósito de la ironía de nuestro personaje que, en una selección de mandos militares, que el hacía personalmente, Lincoln admitió a un oficial alemán llegado a Norteamérica tras escapar de su país por razones no esclarecidas. El joven, orgulloso de su procedencia, le dijo:
- Aunque haya tenido que huir de mi país no soy un cualquiera. Pertenezco a una de las familias de la más rancia nobleza de Alemania
– “¡Ah!, no se preocupe por eso amigo mío” – contestó Lincoln - “No creo que ese detalle, le impida ascender en el ejército de los Estados Unidos”.
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