domingo, 3 de abril de 2016

La recepción de Colón en Barcelona por los Reyes Católicos

Tal día como hoy, 3 de abril de 1493, Cristóbal Colón inició viaje a Barcelona para ser recibido con todos los honores por  los Reyes Católicos, al volver del nuevo continente recién descubierto.

La expedición, comandada por Colón y formada por la Pinta, la Niña y la Santa María, avistó la isla de Guanahaní el 12 de octubre de 1492 y entretanto, los Reyes Católicos principales valedores de Colón - sobre todo Isabel - se encontraban en Barcelona, negociando con los franceses la devolución a la corona de Aragón del Rosellón y la Cerdeña.

En diciembre, casi dos meses después, mientras Colón navegaba por el Caribe, el campesino Juan de Cañamares, atentó contra el rey Fernando en la escalinata de la Plaza del Rey de Barcelona y, aunque el rey logró reponerse de la herida, precisó de un tiempo de convalecencia, por lo que la corte permaneció en la ciudad condal hasta que Fernando se hallase totalmente restablecido.

Cristóbal Colón, regresó a la península en marzo de 1493, eufórico pues el almirante creía haber alcanzado el continente asiático navegando desde Occidente, cuando en realidad había descubierto otro continente desconocido para los europeos, y al conocer la ubicación de la corte, inició camino hacia la ciudad condal al objeto de rendir pleitesía y dar cuenta a los soberanos de su hazaña..

En el mes de abril, Colón fue recibido por los Reyes en Barcelona en una solemne recepción, sin que se sepa con certeza que día fue realmente el que entró en la ciudad - pues algunos autores hablan de mediados o finales de del mes de abril - como tampoco se conoce el lugar exacto donde dicha recepción se produjo, pudiendo ser en el Salón del Tinell, en el centro de Barcelona, o en el monasterio de San Jerónimo de la Murtra, en Badalona; aunque también puede ser que la comitiva de Colón visitara ambos lugares.

Según dicen las crónicas; el almirante presentó a los reyes:

 “El oro y las cosas que traía del otro mundo; y ellos y cuantos estaban delante se maravillaron mucho en ver que todo aquello, excepto el oro, era nuevo como la tierra donde nacía. Loaron los papagayos, por ser de muy hermosos colores: unos muy verdes, otros muy colorados, otros amarillos, con treinta pintas de diversa color; y pocos de ellos parecían a los que de otras partes se traen. Las hutias o conejos eran pequeñitos, orejas y cola de ratón, y el color gris.

Probaron el ají, especia de los indios, que les quemó la lengua, y las batatas, que son raíces dulces, y los gallipavos, que son mejores que pavos y gallinas. Marvilláronse que no hubiese trigo allá, sino que todos comiesen pan de aquel maíz. Lo que más miraron fue los hombres, que traían cercillos de oro en las orejas y en las narices, que ni fuesen blancos, ni negros, ni loros, sino como triciados o membrillos cochos”

Los seis indios que Colón presentó en la Corte se bautizaron, siendo sus padrinos “el rey, la reina y el príncipe don Juan”, según hizo constar en su crónica, Francisco López de Gomara en el siglo XVI.

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