jueves, 3 de marzo de 2016

Artistas

 

Desde que el hombre fue algo más que un medio mono, siempre ha sentido inclinaciones artísticas. Aunque bien es cierto que, aún hoy no está claro, si los bisontes que se pintaron - pongo por caso - en Altamira, se hicieron porque el pintor sintió la necesidad artística de plasmarlos, o porque – desde un punto de vista mítico – pensaba que así atraería mejor la caza.

De cualquier forma, y sin perdernos en disquisiciones artístico-religiosas, que de seguro a nada nos conducirían, he conocido a algunos artistas, que tenían mucho más de pillos que de lo otro.

Como ejemplo de ello, recuerdo a un escritor, que tuve ocasión de tratar hace años en una tertulia literaria, famoso en ella por sus enrevesados ensayos, ya que cuando los habías leído - desde el título hasta la firma - te quedaba la impresión de no haber entendido, lo que, con un lenguaje extravagante, inusual y exótico, el autor quería demostrar.

Por contra – cuando lo conocías – era una persona de muy afable trato y un día en confianza, y tras haber apurado varias jarras de cervezas, le pregunté cual era su pensamiento respecto a lo que escribía, y nuestro hombre con el ánimo alegre por la ingesta de la bebida me confesó:

-Verás, yo en realidad, no tengo línea argumental definida
– afirmó con la mayor naturalidad – lo que pretendo, es hacer mis escritos lo más farragosos y complejos posible, y luego leo las críticas especializadas, y así me entero de lo que he querido decir…Mientras más cosas raras digo, mejor dicen que lo hago….concluyó en tanto apuraba su bebida.

Aunque el personaje referido no era un artista, en el sentido más estricto del término, si creo que su forma de hacer responde a como algunos “creadores” profesionales de arte – con la eficiente ayuda de la sempiterna estupidez humana - actúan muchas veces con sus obras.

Cuando hablas con alguno de estos supuestos genios, sobre su creación artística, e indagas, el sentido de tal o cual obra – lo cual siempre se ha de hacer con sumo cuidado – el aludido, mirándote por encima del hombro, como si estuviese dirigiéndose a un  lelo integral, argumenta con el aplomo del que posee la verdad absoluta:
 
-“Mira, lo que te pasa, es que no estás preparado para entender mi obra…”
sin aclarar en cambio nada, sobre la cuestión que se le plantea, por lo que siempre te queda la duda, sobre si sabía o no que contestarte.

Argumentan – y en eso estoy absolutamente de acuerdo con ellos - que se requiere de una previa y adecuada preparación, para poder entender obras como las que  realizan. Es bien cierto, que una cara pintada de perfil cuyos ojos y boca aparecen de frente, o un “paisaje de invierno” representado por un lienzo gris, con varios trazos negros en el centro, exigen – sin duda – de un profundo cursillo en la materia, para poder ser apreciados, comprendidos y disfrutados.

Pero la anécdota que, a mi entender, ilustra mejor este mundo de artistas y picaros, fue lo que sucedió hace algún tiempo, con ocasión de la inauguración de una exposición de pintura de última generación - de un  artista de medio pelo -  y a la que por motivos de una repentina enfermedad del autor, no pudo este asistir a su montaje, dando comienzo sin su presencia.

El acto de apertura constituyó un éxito absoluto, básicamente porque los canapés que costeó el patrocinador, fueron de una calidad extraordinaria, y todos los asistentes, entre bocado y copa de cava, alabaron hasta la saciedad la belleza de la obra, sobre todo una de ellas, colocada en lugar preeminente de la exposición, siguiendo las precisas instrucciones de su autor, ante la que se glosó – al calor de las viandas - la figura del artista, lo comprometido de su producción, y el gran paso que para el arte suponía su pintura, y su obra en general.

No obstante, cuando días más tarde – ya repuesto de su dolencia - el "creador" visitó la exposición, su semblante se demudó al ver como estaba colocado el cuadro, joya de su colección y niña de sus ojos, ya que – por un error incomprensible – lo habían colgado del revés.

La obra, de grandes dimensiones y titulada “La soledad”, estaba pintada mediante una sucesión de bandas de diversos colores que cubrían toda la tela, destacando un solitario punto negro en el centro del lienzo.

Sin duda alguna – pensé al saberlo - podía haber estado colgado al derecho, al revés o por una de sus esquinas y el efecto, en el ánimo del espectador, hubiese sido exactamente el mismo.

Hace poco, en un tratado de arte leí su moderna definición, y entonces lo comprendí todo de golpe. “El arte - decía - es el reflejo de la sociedad existente, en el momento en que se crea…”

Yo no sé a ti - amigo lector - pero a mi desde ese momento, me quedó todo total y absolutamente claro.

J. M. Hidalgo (Historias de Gente Singular)





5 comentarios:

  1. on artistas; es verdad. Auténticos artistas en tomarles el pelo a la gente.

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  2. on artistas; es verdad. Auténticos artistas en tomarles el pelo a la gente.

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    1. Yo he conocido a mas de uno Pepe. Pero solo lo reconocen después de haberse tomado " unas copas"

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  3. Filosofías aparte, durante decenios ha habido una serie de 'artistas' conceptuales que a cuatro brochazos y una cagarruta, con perdón, le ponían un nombrecito rimbombante y ¡a poner la mano!

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    1. Y los sigue habiendo amigo Pedro. Y si me apuras, ahora mas que nunca...

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