Por “levantamiento del dos de mayo”, se conocen los hechos acontecidos, iniciados por protesta de las clases populares y no por rebelión del Estado español contra los franceses, que eran tolerado por muchos miembros de la Administración.
Tras la firma del Tratado de Fontainebleau el 27 de octubre de 1807 y la entrada en España de las tropas francesas, Madrid fue ocupada por el general Murat y Fernando VII y su padre Carlos IV, fueron obligados a acudir a Bayona, para reunirse con Napoleón donde se producirán las “Abdicaciones de Bayona” que dejaron el trono español al hermano del emperador, José Bonaparte.
Aunque en Madrid se constituyó una Junta de Gobierno representado al rey Fernando VII, el poder efectivo quedó en manos de Murat, que redujo la Junta a un títere, y el 27 de abril solicitó, supuestamente en nombre de Carlos IV, autorización para el traslado a Bayona de los dos infantes que quedaban en Madrid que, por instrucciones de Fernando VII, se autorizó.
El 2 de mayo a primera hora una multitud de madrileños comenzó a concentrarse ante el Palacio Real y al grito de; “¡Que nos los llevan!”, se asaltó el edificio, siendo aprovechado el hecho por Murat, para mandar hacer fuego contra la multitud. Comenzó entonces con líderes populares, un levantamiento espontáneo buscando armas, pues las únicas de que disponían eran navajas, por lo que Murat hizo entrar a las tropas - unos 30.000 hombres - para dominar la capital.
No obstante, la gente siguió luchando usando cualquier objeto como arma; palos, piedras, agujas de coser, macetas lanzadas desde los balcones... sucediéndose los enfrentamientos en una jornada sangrienta, mientras Mamelucos y lanceros bien armados, extremaron su crueldad con la indefensa población, lo que Goya reflejaría años después, en su cuadro ”La Carga de los Mamelucos”.
Mientras se desarrollaba la lucha, los militares españoles permanecieron, acuartelados sin actuar y solo los artilleros del Parque de Monteleón desobedecieron las órdenes, se unieron a la insurrección, con los capitanes Daoíz y Velarde al frente, que murieron luchando heroicamente junto con otros, como el teniente Jacinto Ruiz y los alféreces de fragata Juan Van Halen y José Hezeta.
La represión fue brutal. Murat el mismo 2 de mayo, firmó un decreto creando una comisión militar, para condenar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos “con las armas en la mano” en la que colaboraron militares españoles, pues las clases pudientes parecieron preferir al principio el triunfo de Murat antes que el de los patriotas, compuestos solo por clases populares.
La cifra exacta de bajas ha sido objeto de gran controversia, estimándose modernamente en 409 muertos, 39 de ellos militares, así como 170 heridos, de los cuales 28 eran militares, llamando la atención que los militares no llegasen ni a la décima parte de las bajas mortales.
Murat pensó haber acabado con los ímpetu revolucionarios español, sin embargo la sangre derramada ese día inflamó los ánimos y fue la señal de comienzo de la lucha en toda España contra las tropas invasoras.
El mismo 2 de mayo por la tarde, en la villa de Móstoles, Andrés Torrejón y Simón Hernández firman un bando en el que se llamaba a todos los españoles a empuñar las armas contra el invasor, que, de un modo indirecto, supuso el inicio del levantamiento general en toda España.
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