Tal día como hoy 19 de mayo de 1798, Napoleón Bonaparte embarca con 38.000 soldados en 320 navíos, para combatir a Inglaterra en Egipto y eliminar así su presencia en el Mediterráneo.
La campaña militar será desastrosa y el año siguiente, abandonó el país, aunque la campaña científica resultará mucho más productiva, pues se considera que con esta expedición, dará comienzo la fascinante "ciencia" de la egiptología con el descifrado de jeroglíficos.
En 1798, Napoleón, devorado por la ambición y sueños de gloria se había convertido en ídolo de las masas, estando acostumbrado a mandar sin dar cuentas a nadie, pues el Directorio –un gobierno colegiado de cinco miembros, que regía el país hacía cuatro años – le faltaba el prestigio que a él le sobraba.
Fue entonces cuando surgió la idea de conquistar Egipto y algunos miembros del Directorio, pensaron que podrían establecer allí un dominio colonial, como primera etapa de un proyecto más ambicioso: la India.
El 18 de mayo de 1798 partía de Tolón la impresionante armada, desembarcando el 1 de julio, cerca de Alejandría donde nadie acudió a combatirles, pues aunque los otomanos habían descubierto el plan francés, no tomaron medidas ni reaccionaron, aunque al llegar a la ciudad se produjo una dura lucha, pero al final Bonaparte ofreció una rendición pactada.
El viaje de Alejandría hasta El Cairo fue un vía crucis por las temperaturas y la falta de agua mientras las aldeas no recibieron a los franceses como libertadores y fueron acosados por los beduinos.
Días después, el 21 de julio, franceses y mamelucos se encontraron en El Cairo y aunque los mamelucos superaban en número, artillería y poder naval, su infantería era mediocre y la caballería y los orgullosos mamelucos fueron destrozados, acabando todo en un par de horas.
Cuando Bonaparte entró en El Cairo, encontró una ciudad caótica y deprimida ordenando construir hospitales, organizó la recogida de basuras e introdujo alumbrado público.
Pero los egipcios recelaban del dominio francés y la población era hostil y cuando el sultán llamó a “la guerra santa”, estalló la revuelta en forma de caza de europeos a la que Napoleón respondió con una represión implacable.
En febrero de 1799, Bonaparte se internó en Siria y llegó hasta San Juan de Acre, defendida por turcos y británicos que resistió todos los asaltos franceses por lo que tuvo que retirarse y aunque organizó una entrada triunfal en El Cairo, todos sabían que la expedición había sido un fracaso.
Semanas después, los turcos desembarcaron un ejército en Abukir, superior en número, pero una carga de caballería del general Murat sembró el pánico en sus filas, aunque pese a la victoria, la situación francesa no era buena, sin poder volver por mar a Francia a causa del bloqueo de la armada británica y turca.
Los periódicos europeos hablaban de la desesperada situación de Francia: los rusos habían entrado en Italia y destruido los logros de Napoleón y el país estaba a punto de ser invadida por lo que decidió regresar el 22 de agosto desde Alejandría rumbo a Europa, desertando de su puesto, y sintiéndose sus tropas traicionadas, llegando a Francia el 9 de octubre de 1799.
Un mes más tarde, el 18 de brumario según el calendario de la Revolución, ya era el amo de Francia, pero Egipto y la India sólo eran ya un sueño.
Las tropas de Napoleón se dedicaron a destruir todo lo que pudieron. Es reconocido que tiraron con cañón a quemarropa contra la esfinge.
ResponderEliminarLos personajes ambiciosos, tales como Bonaparte, Carlomagno y algunos otros que puedan existir. Se puede decir de todos ellos: Que nunca han construido, como tampoco se pueden considerar conquistas sus conseguidos triunfos, ya que lo que solían hacer, era arrasar todo cuanto encontraban. Pocas excepciones se les pueden aplicar.
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